Existen estructuras en el cerebro que cuando se estimulan son capaces de generar experiencias espirituales, místicas o de trascendencia. Según el neurocientífico Francisco J. Rubia el origen de la espiritualidad en el ser humano hay que buscarlo en los estadios alterados de consciencia que se producen durante el éxtasis o el trance.

Estos estados que llevan al éxtasis se pueden alcanzar de manera espontánea, utilizando ciertas técnicas o ingiriendo sustancias alucinógenas, y hay investigadores que han podido, con estimulación eléctrica del cerebro, provocar experiencias espirituales.

En entrevista con EFEsalud, el catedrático emérito de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid y consejero científico de la Universidad Ludwig Maximillian de Múnich, Francisco J. Rubia, nos explica la claves de por qué el cerebro produce espiritualidad, así como otros trances relacionados con la muerte, los animales o el orgasmo.

Miembro de la Real Academia Nacional de Medicina, su especialidad es la fisiología del sistema nervioso, campo en el que ha trabajado durante más de cuarenta años y en el que tiene más de doscientas publicaciones y numerosos libros, el último: El Cerebro Espiritual (Fragmenta).

Ilusión cerebral

Sostiene este científico que la propia realidad es “una ilusión cerebral”. La realidad, dice, es una interacción de las capacidades o predisposición genética a una serie de estímulos externos, que llegan a la zona de los sentidos en el cerebro.

El cerebro cuenta con una especie de traductores de esos estímulos al único lenguaje que el cerebro entiende, los llamados potenciales eléctricos.

Los colores, sonidos, gustos… no están en la naturaleza… son atribuciones que el cerebro traduce. Por ejemplo, en el caso de la visión, en el mundo exterior hay determinadas ondas electromagnéticas que influyen en los receptores de la retina, en sus fotorreceptores.

Estos últimos traducen lo recibido en energía eléctrica, en potenciales eléctricos … por lo tanto los sentidos son ciegos, sordos…, porque es el cerebro quien los convierte.

“Sin cerebro la persona no es nada”, sentencia Rubia, y ya lo decía Descartes, que las cualidades secundarias “no están en los objetos sino en el cerebro: creamos los colores al ver, los olores al oler… El hombre modifica lo que percibe”.

El cerebro espiritual

También las experiencias místicas se producen en el cerebro, concretamente en el lóbulo temporal, donde hay unas estructuras como el hipocampo o la amígdala. Cuando se estimulan eléctricamente se dan todas estas experiencias.

Hay otros caminos para estimular esta zona del cerebro, que pueden conducir al trance: consumo de alucinógenos o mediante la práctica continuada de la meditación o por el aislamiento sensorial, o mediante la danza o el sufrimiento.

(vanguardia.com.mx)