¿A qué vino Enrique Peña Nieto a Mérida? Las imágenes difundidas de su estancia en el Country Club con el senador Emilio Gamboa Patrón y gente cercana a éste son lo visible, pero con alcance limitado.

A horas de formalizado el anuncio de inversión de tres mil 600 millones de pesos para la construcción del gasoducto de 310 kilómetros de largo que enlazará a Mérida, Puerto Progreso y Cancún, el presidente de la República departía en privado con quien es mencionado como principal operador del futuro negocio.

La red que suministrará gasolinas, diésel y turbosina a esos puntos de la Península de Yucatán, se entregaría a inversionistas privados bajo el esquema de “socio operador con contribución de activos existentes”, según versión de funcionarios de Petróleos Mexicanos (Pemex).

Esas instalaciones entroncarían con el centro de acopio y distribución de hidrocarburos ya programado en el Puerto de Altura de Progreso, conforme el convenio firmado el 11 de enero de este año por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y el Gobierno de Yucatán.

Conocidas las limitaciones financieras de Pemex, la incursión de empresarios es por demás obvia, y de allí nace el principal cuestionamiento: ¿quiénes serán los elegidos?

En un sistema de licitaciones honrado y creíble, la pregunta estaría fuera de lugar; por el contrario, el que conocemos de siempre, y abiertamente exhibido en los últimos años, justifica las dudas y mueve a la suspicacia.

Porque si sólo de satisfacer la necesidad de jugar golf se tratara, Peña Nieto tenía la opción del Campeche Country Club con sus 18 magníficos hoyos, frente al mar, en la carretera a Champotón.

En su libro de 2006, How to get rich, el actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump, remarca un cliché: el golf es un escenario ideal para perfilar y concretar negocios.

Sin embargo, el “escape” a Mérida pareciera abonar también para otras lecturas.

Aparte los supuestos “bisnes”, el presidente estaría mandando mensaje sobre quién es su primerísimo interlocutor y representante en Yucatán.

En la vorágine priista por las postulaciones y a escasos seis meses de que se abra el proceso electoral para elegir gobernador, diputados locales y presidentes municipales, la señal luce como posible advertencia.

Aquellos que piensan que pueden tener los suficientes tamaños para buscar postulaciones de alto nivel por su cuenta, deberían no olvidar que en tiempos del PRI, el presidente ejerce el poder del dedo, con el consejo, acompañamiento y al amparo de los intereses de los grupos predominantes.

Por partida adicional, nos recuerda a los ciudadanos que dinero y política van de la mano en la próxima sucesión en Yucatán y las entidades que renovarán gubernaturas este año, entre ellas el emblemático Estado de México.

(LectorMx)