Mérida, Yucatán.- El ajedrez tiene muchas ventajas como medio de ejercicio mental, sin embargo, hay que evitar la obsesión por el juego, porque puede conllevar a desórdenes de la personalidad, planteó el reconocido ajedrecista Maestro Internacional Oscar Gerardo Sánchez Enríquez.

En su visita al estado, el jugador originario de Chihuahua, clasificado por la Federación Internacional de Ajedrez (Fide), reconoció que ha habido ajedrecistas de renombre internacional que tenían una obsesión casi enfermiza por el juego, y uno de ellos fue Bobby Fisher, Campeón Mundial en 1975.

“Fisher fue un ejemplo de lo que no debe ser un ajedrecista: derrotó la hegemonía soviética, pero ¿Fue feliz en su vida personal? ¿Tenía amigos?”, se preguntó el jugador en un examen de la trayectoria del más famoso ajedrecista que ha tenido Estados Unidos, que venció a Boris Spassky.

Otros ajedrecistas que se obsesionaron con el tablero fueron Anand Vishy y Nagnus Carlsen, planteó el entrevistado, quien mencionó la importancia de ser personas equilibradas, con razonamiento lógico, capaces de tomar decisiones.

Si duda el ajedrez contribuye al desarrollo de la inteligencia y procesos del conocimiento, incluso es recomendable incluirla en todos los niveles de la educación, pero definitivamente, la vida de las personas no puede depender de esa actividad, puntualizó en entrevista.

Ganador de diversos torneos nacionales y uno internacional en Cuba, clasificado con el rango de Maestro Internacional al igual que el yucateco Gonzalo Alberto Navarrete Méndez y el cubano Ramón Huerta Soris, Sánchez Enríquez expuso que ante el ajedrez es importante mantener un equilibrio y no perder el piso.. “No se puede tenerlo todo y ganarlo todo con el juego”, recalcó.

Los comentarios del maestro internacional son oportunos ante la existencia de jugadores obsesionados por el juego ciencia, a tal grado que abandonan la socialización, la integración familiar y se encierran en su mutismo en torno al tablero.

Con el ajedrez no se trata sólo de ser bueno en el juego, sino ser un individuo íntegro, humano, que sea capaz de ganar pero también que sepa perder. “No hay que perder los valores, hay que tener una vida estable”, puntualizó conforme a su experiencia de vida.

(Jesús Mejía)