(Por: Eduardo Vargas)

Mérida, Yucatán.- “Ya ven ustedes: soy neurótico”, se escuchó decir al hombre vestido de traje y corbata donde el calor no lo amerita, apenas se hizo el silencio en el aula donde unas 60 personas apenas se sentaban para escucharlo.

Acostumbrado al trato con jóvenes de universidad privada -es rector, aunque con licencia, de la Universidad de las Américas (UDLA)-Puebla- Luis Ernesto Derbez Bautista, no tuvo empacho en hablarles “a calzón quitado” a los chavos.

De entrada, les advirtió a esos 60 estudiantes que asistieron a la presentación del Índice Global de Impunidad de México, en la Universidad Marista que vestía así porque había principios que no iba a cambiar ni aunque fuera presidente (lo de “ni aunque fuera presidente” no lo dijo, pero se infería puesto que, como sí señaló, estaba “en campaña”.

Les habló como si los conociera: dijo que seguramente entre ellos había algunos marihuanos (consumidores de yerba); que todos iban a tener mejores salarios, ya como profesionales, gracias que estudiaban ahí, lo que no ocurría con un estudiante promedio; los regañó por no estar informados, y les dijo -aunque con palabras muy diferentes- que seguramente ellos nunca estarían en la cárcel esperando una sentencia porque “papi paga y se ríe”.

Daba la impresión de que quería ser como Robin Hood, pero “remasterizado”: propuso que los policías ganaran salarios mínimos de 25 mil pesos, con cargo ¡a los pobres!… bueno, a los programas de ayuda para frenar la pobreza, que “no han funcionado” (esto sí lo dijo textual).

El “suspirante” del Partido Acción Nacional habló en el marco de la 4a Jornada de Derechos Humanos, que en esta ocasión tuvo como sede la sala de juicio oral de la casas de estudios ubicada en el norte de Mérida.

¿El tema? El Índice Global de Impunidad (IGI), una iniciativa de la Universidad de la que hoy está temporalmente fuera, debido sus aspiraciones políticas; explicó que el IGI no son encuestas de percepción, sino realidad, datos crudos, hechos, pues mide que puede contarse en cuanto a impartición de justicia.

Y, para muestra de su “didactismo”, de su experiencia en la enseñanza, le habló a los estudiantes de que en México sólo hay 2 agentes del ministerio público (los que reciben las denuncias) por cada 100 mil habitantes, y lo ejemplificó, como si fueran “peras y manzanas”, así:

“¿Alguien ha ido al estadio Azteca… lo han visto lleno? Imagínense cuántos delitos pueden cometerse ahí. Que yo esté ahí y que una mujer me agarre la pierna y yo quiera denunciarlo, porque si hay acoso de hombre a mujer también de mujer a hombre -aclara-, y para hacer mi denuncia tuviera que hacer la larga fila porque sólo hay dos personas para atenderlas…”
Entrado en gatos -de las citas numéricas, no de moderno Robin Hood- citó algunos datos que según él revelan que el problema de México es que la justicia está hecha pedazos:

-De cada 100 delitos, sólo 7 se denuncian, es decir, 93 quedan impunes de origen.
-Del total de delitos que se denuncian, sólo 3 de cada 100 llegan a sentencia condenatoria.
-Sólo hay 2 Ministerios Públicos por cada 100 mil habitantes
-En México sólo hay 4 jueces por cada 100 mil habitantes; en América Latina el promedio 8, en Europa, 24.
-El 70% de los policías apenas tiene primaria o secundaria.
-Todas las cárceles mexicanas están al doble de su capacidad, pero 4 de cada 10 reos está esperando sentencia y ésta, en algunas casos, es absolutoria.
-Cada reo espera 3 años para recibir sentencia.

En pocas palabras, explicó, no hay capacidad para denunciar, ni para procesar, ni para llevar el juicio ni para la readaptación social.

De ahí que, según él, no sea la corrupción el gran problema de México, sino la impunidad, y aseguró que del año pasado a este nuestro país subió en el ranking mundial de países con más corrupción, pero gracias a que se amplió la lista: de penúltimo -dio gracias a que existe Filipinas- pasó a antepenúltimo lugar.

En síntesis, dijo que todo el sistema mexicano de justicia está partido, y cuestionó a los jóvenes -seguramente ninguno de ustedes pasará tres años en la cárcel esperando sentencia, porque tienen el dinero para pagar la fianza, les dijo- sobre el futuro que quieren para México, y los exhortó a pensar en qué país quieren vivir.

Con frecuentes interacciones con su auditorio -no en todos los casos obtuvo respuesta- Derbez Bautista ni siquiera se anudó bien el nudo de la corbata ni respiró un poco para para acusar a sus interlocutores de que “seguro alguno fumaba marihuana”, y estaba en 19 por ciento de la población que ha manifestado consumirla.

Esto porque tocó el tema del avance del consumo de la yerba, y de su intención de legalizarla para evitar más problemas con el tráfico de enervantes. Explicó que debe tomarse ya como un problema de salud y no de seguridad, de tal forma que los recursos que le quiten a los cárteles de la droga pasen a campañas enfocadas a advertir de los riesgos que conlleva consumirla.

Comparó el caso del consumo de la marihuana con el de cualquier droga legal, como el alcohol, y aseguró que los estudios revelan que el 15 por ciento de la población acabará por consumir la marihuana legalizada.

Insistió en que mientras México no resuelva el problema de la impartición de justicia, desde la base, es decir, desde tener la capacidad para atender todas las denuncias si se hicieran, no podrá aspirar a nada más de lo que ahora tiene, porque todo el sistema está diseñado para no castigar los delitos.

Citó el caso de los policías, quienes no están capacitados para investigar los delitos, y que ganan muy poco dinero, lo que los orilla a delinquir para poder sobrevivir. Un sueldo decoroso, según Derbez, es de 25 mil pesos y beneficios laborales como becas escolares para todos sus hijos.

Destacó la necesidad de “dignificar” la labor de los policías, y aprovechó para poner un ejemplo, y de nuevo echarle a la bolita a los estudiantes: “¿Quién quiere ser policía?”, les preguntó; pero como no obtuvo respuesta, cambió la pregunta “¿Quién quiere ser político?”. Tampoco hubo respuesta. “Al menos ya están empatados”, soltó casi sin pensar.

Cuestionado sobre de dónde sacaría el dinero (unos 600 mil mdp) para pagarle al menos 25 mil pesos a cada uno de los 365 mil policías de México, Derbez dijo que se los quitaría a los pobres, porque está demostrado que los programas de apoyo a la pobreza no funcionan.

Como buen economista, hizo un rápido cálculo: se aprobó el presupuesto de 2018 en 5.2 billones de gasto corriente, de los que 40 por ciento irá a programas sociales, o sea, 2 billones, de los que se puede recortar el 10 por ciento para sacar el salario de los agentes.

Al final, les dejó en claro que mientras el sistema de justicia en México no cambie, no podrán esperar que los problemas desaparezcan, aunque nunca se dio cuenta ese moderno y extraño Robin Hood que hablaba precisamente desde una palestra en donde capacitan a los jóvenes, futuros abogados, en cómo llevar un juicio oral… en un sistema que no funciona…