Mérida, Yucatán.- En la historia de Yucatán y de México quedó asentado que hubo un personaje que prácticamente saqueó Chichén Itzá, la ciudad sagrada de los mayas: Edward Hebert Tompson.

¿Cómo pudo el extranjero ahora sí que meterse “hasta la cocina” en Yucatán y llevarse todo lo que encontró en uno de los sitios arqueológicos más importantes de los mayas?

Primero, por su condición de diplomático: llegó en 1885 como cónsul de su país en Yucatán, y se supone que desde el principio traía la intención de estudiar la cultura maya, al grado de que aprendió la lengua indígena. Era de profesión arqueólogo.

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Lo que nadie imaginaba es que se iba a convertir en el principal saqueador de los tesoros de la civilización que había construido una de las ciudades más espectaculares.

Entre 1904 y 1911, luego de comprar por apenas 100 pesos la hacienda Chichén Iztá, ayudado por una draga, sacó miles de objetos del cenote sagrado, muchos de los cuales envió al museo Peabody, en al Universidad de Harvard.

Para de esa historia es retomada en un video que la Suprema Corte de Justicia de la Nación usa para promover la Casa de la Cultura Jurídica en Yucatán; dice que el expediente que se abrió tras denunciar el robo del extranjero permanece archivado como documento histórico.

Aunque el video no lo aclara, lo que sucedió tras el pleito legal que el Gobierno mexicano inició en los años 20 del siglo pasado es que nunca pudo fincarse responsabilidad a Thompson, porque falleció.

Si bien la hacienda fue decomisada al extranjero, nada se logró porque los juicios demoraron y al cónsul le llegó primero la muerte que una posible condena por sus actos.

Con el curso del proceso legal, los herederos promovieron un juicio de amparo que finalmente les devolvió la propiedad.