Mérida, Yucatán.- Participó desde la primera edición de la Feria Internacional de la Lectura (FILEY) en 2012, pero ahora se queja de discriminación que lo ha llevado a quedar fuera de ésta.
Tiene 78 años de edad y se trata, como él se describe, del librero más antiguo de Yucatán, con 58 años en la promoción de esta actividad.
Rubén Ojeda, propietario de un pequeño negocio de “libros viejos”, acusa que injustamente fue retirado del lugar preferente que tuvo en los últimos seis años, por lo que se vio obligado a declinar.
Además de su reubicación al final de la exposición –en la salida oriente del Centro de Convenciones Siglo XXI–, la nueva administración se negó a reconocer un acuerdo original para aplicarle un descuento.
De ambos perjuicios responsabiliza a Rodolfo Cobos Argüelles, director de la FILEY.
“Estaba muy molesto principalmente porque resulta que en la feria anterior, como me corrieron dos espacios y se hizo público, entonces él me amenazó completamente si yo volvía a hacer alguna declaración a la prensa”, dice el agraviado.
Y la advertencia de que se atuviera a las consecuencias, refiere el adulto mayor, se cumplió.
“Libreros de Yucatán casi no hay. Y esto para mí está sucediendo en beneficio de alguien; realmente es una incongruencia lo que está pasando”, agrega el afectado.
Rubén Ojeda revela que su caso no sería el único pues, a diferencia de los expositores que llegan de otros estados –a quienes se apoya con transportación aérea y alojamiento–, los yucatecos tienen que pagar 12 mil 300 pesos más el IVA por cada módulo.
También reconoce que el 29 de enero pasado recibió invitación y el ofrecimiento de que pagara 50 mil pesos por los seis espacios que normalmente ocupaba, aunque en la parte de atrás.
Contrasta que en junio 2016, durante la inestabilidad en la FILEY y cuando asume Cobos Argüelles, el rector José de Jesús Williams le envió una carta agradeciendo a Ojeda su lealtad y participación desde que nació el proyecto. Ahora el funcionario no ha atendió solicitudes de audiencia.
SOSPECHA
Don Rubén es casado con Ligia Teresita Canto Lugo, madre de Emma Gabriela Molina Canto, asesinada salvajemente el 27 de marzo del año pasado y cuyo juicio está en proceso, próximo a sentencia.
Adelaida Salas Salazar, defensora de los derechos humanos, va más allá y denuncia otros motivos en la discriminación del librero más antiguo de Yucatán: “sólo por su parentesco con la víctima”, asienta.
Al manifestar su protesta, subraya que si la FILEY es un evento que promueve la lectura como símbolo de conocimiento, cultura y paz, la política debe estar fuera.
“Y creo que así veremos otras injusticias en la FILEY”, augura, al tiempo que remite al escándalo de la edición 2017 por los “carteles misóginos” para promover el evento, los cuales fueron finalmente sustituidos.
(LectorMx)