Mérida, Yucatán.- Una anciana se acercó a un joven a pedirle que le tocara la espalda, para ver si así se le desaparecía el dolor crónico que la aquejaba. No era broma: la mujer le estaba pidiendo al hombre con rasgos muy parecidos a los de Jesucristo que le hiciera un milagro

“¡Por Dios: yo soy sólo un humano normal!”, le contestó Andrés a la viejita… Involuntariamente -porque él, en verdad hubiera querido ayudarla- le dijo que no.

Otro día, un alcohólico, se acercó a Andrés, y le suplicó: “Diosito, ayúdame porque no puedo dejar de tomar”…

“Yo no soy Diosito, y no puedo ayudarte a dejar de tomar… eso es voluntad suya”, le respondió Andrés…

Estas son sólo 2 escenas de las tantas que ha vivido el joven yucateco, estudiante de Mercadotecnia, quien va camino a la cruz en la representación de la pasión y muerte de Jesucristo que cada año se realiza en Acanceh, Yucatán.

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Andrés Medina Chalé tiene parecido con Jesucristo, uno de los requisitos para la representación del Viacrucis de Acanceh. (Cortesía de Andrés Medina)

Y aunque aún no se acostumbra la buena fama que la ha dado personificar al Nazareno no dejan de sorprenderle esas manifestaciones de fe en su persona.

Tanto como lo sorprendió que, a sus 19 años, en 2016, lo eligieran para el papel más importante, y para el que no estaba preparado. Cuando se lo ofrecieron, dijo que no…

Si bien él había soñado con algún día ser Cristo, la invitación, el “te toca, Andrés”,  le había llegado demasiado pronto.

Así,  aunque no se siente diferente a otros seres humanos, él comenzó a cambiar la historia desde el principio de nueva etapa: se convirtió en el Cristo más joven de Acanceh, con tan sólo 19 años, muy lejos de aquellos 33 del Cristo nacido en Belén.

Hoy, con el pelo largo hasta los hombros y una barba de 4 meses, Andrés Medina Chalé está más seguro de lo que quiere; hace una pausa en sus ensayos para charlar vía telefónica desde Acanceh, municipio ubicado a 40 minutos de la capital, Mérida.

Dice, para empezar, que aunque es la tercera vez que le tocará ser crucificado cada ocasión ha sido diferente de la anterior y él siente como si esta fuera la primera vez.

Sin embargo, reconoce que representar a Cristo no sólo es el cargar con la mayor responsabilidad del Viacrucis, al ser la figura central, y llevar 100 kilos a cuestas -eso pesa la cruz, 35 kilos más que él- sino ser un hombre casi milagroso para su pueblo…

Porque ahora lo miran con otros ojos… por eso la petición de la anciana y el alcohólico…

Eso, dice, es lo más difícil, mucho más que tener que alternar los estudios para ensayar, pasar horas bajo el sol, llevar una corona de espinas o “colgarse” de la cruz…

“…la imagen es lo más difícil (…) la te da un lugar especial. Yo siempre lo he dicho: soy una persona común y corriente, pero la gente misma te da el lugar…”, explica el joven que, desde hace 2 meses, prepara su papel.

¿Cómo? Además de nutrirse mejor -come más frutas y verduras- y hacer ejercicio, se alimenta con la palabra de Dios para reforzar sus “cuadros”, su representación, aun cuando el Viacrucis no les es ajeno, pues empezó cuando era un niño.

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Desde entonces ha representado varios papeles: judío, acusador de Cristo, sacerdote y el discípulo Juan, este último 4 años.

Este viernes, en Acanceh se realizará la 37a escenificación de la pasión y muerte de Jesucristo. (Grupo Renacimiento/Facebook)

Antes que Andrés han pasado unos 15 cristos, algunos ya murieron y por lo menos uno decidió cambiarse de religión, pero él ya pasó a la historia por ser el más joven: 19 años tenía cuando lo subieron a la cruz por primera vez.

Y esa juventud es la quizás le ha dado aún más vigor y fuerza a la representación porque asegura que no ha sufrido ningún problema físico ni de salud, tras las horas intensas de la representación.

Cuenta que él le tocó ver a Cristos que, tras el Viacrucis, llegaban con los paramédicos para que los reanimaran. Andrés siempre sale “como si nada”, tras el chequeo médico de rigor una vez concluido el rito del Viernes Santo.

Pero el papel de Cristo si bien no le ha dejado secuelas ni problemas físicos, sí le ha cambiado la vida: “Yo era una persona muy impulsiva, y actuaba sin pensar. Ahora he aprendido a confiar más en Dios y a pensar antes de actuar”, asegura.

Ese cambio también se lo ha exigido su pueblo, porque aunque él se siente una persona normal, percibe que no lo tratan como tal; “algo a lo que no me acostumbro es que la gente mayor me salude porque debería ser yo quien los salude”.

Néstor Arjona, joven carpintero de Tehuitz, elaboró las cruces para la representación de Acanceh. (Grupo Renaccimiento/Facebook)

Por eso le sorprendió sobremanera que aquella anciana se acercara y le dijera:

-Aay, hijo, me duele mucho mi espalda. ¡Tócamela! -le pidió la viejita

-¡Por Dios! ¡Yo sólo soy un humano normal! ¡No soy nadie! -respondió Andrés

-Es que tú tienes una gracia -aseguró la mujer.

Don Lino, el coordinador del Grupo Renacimiento, que por 37 años ha organizado el Viacrucis más famoso de Yucatán, y quien también ha sido Cristo le dio un consejo:

“Cuanto te digan eso, hazlo  porque ellos tal vez no superan nada, pero confían en algo, confían en Dios y eso es lo que tiene en la mente y tú hazlo”…

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Andrés nunca supo si la anciana se le quitó el dolor de espalda que él “se negó a curar”;  y tampoco si el alcohólico dejó la botella después de que “le negara” su gracia; tampoco sabe por qué si había tantas personas esperando “en la fila” para ser Cristo lo escogieron a él, y por eso se negó.

Sin duda, el Cristo de Acanceh no se ha percatado de que cuando sea subido a la cruz este viernes, en la plaza principal de Acanceh, para refrendar ese papel especial que su gente le da cuando lo ve con ojos milagrosos, Andrés habrá negado 3 veces que es Jesús…

¿No Andrés era el hermano de Pedro?

Lo dicho: este joven ya comenzó a cambiar la historia en Acanceh…

El viacrucis viviente de Acanceh es el de mayor realismo en Yucatán. (Foto: José Collí/Facebook)