Por Ernesto Arévalo Galindo

Unos celebran la Semana Santa. Otros deciden aprovechar los días para vacacionar. Algunos más son indiferentes del transcurrir de los segundos, de los minutos, de las horas, de los días, de las semanas, de los meses, de los años y de las décadas. Cada quien su religión (muy respetada); cada quien su tiempo (muy respetado), y cada quien su vida (muy respetada). ¿Quién es quién?

En la Isla Cozumel, los lobos están disfrazados de ovejas. Es necesario sonreír a pesar que la maldad puede estar, detrás de la misma. La envidia está a flor de piel; algunos la expresan con sus miradas, acciones y hechos, y otros la disimulan de humanidad, franqueza y cooperación. Los verdaderos amigos son muy pocos. Quizá no son más que el número de dedos que tenemos en una mano.

Semana Santa, compás de espera para lo que ha de transcurrir en el futuro inmediato. Políticos, empresarios, comerciantes, trabajadores, amas de casa y ciudadanos en general, cada quien en su papel. Algunos, por supuesto desde su óptica personal, se creen brillantes y estoy de acuerdo, porque les aflora la hipocresía y la perversidad. No odio, porque no pierdo mi tiempo, pero tampoco me emociona sus existencias.

Esta ciudad del Caribe mexicano recibe nuevamente al turismo, su principal motor económico, en esta época del año. La vocación está desorientada o apabullada por los intereses políticos y empresariales. Por su parte, los prestadores de servicios turísticos empiezan a ser desplazados por esquiroles malintencionados, quienes nada más acosan y, en el peor de los casos, estafan a los visitantes. La autoridad está ausente.

Desde hace mucho tiempo, el gobierno y la sociedad dejaron de planear en materias de obra pública, seguridad, turismo y ecología. No hay vocación política. No hay participación ciudadana. Los hechos están a la vista con una sociedad confrontada, con una mancha urbana desordenada y con una inseguridad detestable. No hay diálogo. Sí hay simulaciones.

Las bellezas naturales de Cozumel son el principal sostén del turismo. Los hoteles todo-incluido son los elegidos para quienes deciden alejarse de las multitudes. A la distancia, los políticos y los empresarios con sus actos. Con sus simulaciones. Así transcurre la vida diaria.

¡Tiempo!

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