Acanceh, Yucatán.- Más de 2,000 personas se congregaron en la plaza principal de Acanceh para presenciar el Viacrucis viviente, una tradición que este 2018 cumplió 37 años.

Representados principalmente por jóvenes, Cristo, María, su madre, María Magdalena, Verónica, etc. todos los personajes principales de la Pasión y Muerte de Jesucristo rememoran el camino de Jesús hacia la Cruz y, por tanto, hacia su muerte.

Puntuales, en la mitad del día 30 de marzo de 2018, más de 60 actores se colocaron en escenarios ya preparados para del juicio de Jesús, que, según la tradición, es el siguiente paso después de ser apresado por la traición de Judas.

Con potente equipo de sonido, e incluso musicalizada, la Pasión se transmitió por las vívidas representaciones; el llanto, los gritos, los rostros son reales. Aunque siempre se puede tener tiempo para beber agua (las mujeres llevan en sus canastos bebidas hidratantes), ellos no descuidan sus escenas.

Y así demuestran que detrás de esta representación hay una verdadera pasión, un viacrucis, porque la temperatura rebasa los 40 grados bajo el sol, el agua no calma la sed, el calor del pavimento traspasa las delgadas suelas de las sandalias.

Además, hay que controlar a la gente que, celular en mano, va “persiguiendo” al Cristo para tomarle, aunque sea de lejos, una fotografía. Cierto, el paso está cerrado por los soldados romanos y el personal de seguridad, pero, en ocasiones, tienen que empujar a la gente para que se haga espacio.

Hasta maquillarse en medio de tanta gente improvisando, con telas, un camerino para evitar las miradas, -porque se intenta que todo parezca real– “subirse” a una cruz para soportar al menos por 40 minutos los rayos del sol que rajan la piel como navajas.

Practicar todo eso durante varios meses y casi a diario durante 15 días; aprenderse lo diálogos porque no hay apuntadores ni acordeones, aunque no sean actores profesionales, jalar gruesas cuerdas a mano limpia, aunque corten, para subir las cruces que pesan más de 100 kilos.

Tan sólo en la escena de la crucifixión, más de 20 soldados romanos tiene que coordinarse: mientras unos empujan, otros jalan, y otros más tratar de “atinarle” al hoyo como si fuera un concurso de televisión.

En esas caras está la pasión porque ya no es una práctica, ya no pueden corregir detalles, tienen que atinarle, aunque se rompa la madera, como ocurrió en la primera cruz que subieron. Además deben asegurarlas bien para evitar que se caigan con todo y madero.

Esta es la verdadera pasión, incluso en la puntualidad, porque todos los actores deben estar listos para cuando el Viacrucis empieza.

Viacrucis viviente de Acanceh revive la tradición

Y así ocurrió: a un costado del iglesia principal de Acanceh, en punto del mediodía se reunió el Sanedrín (el tribunal judío que preside el sumo sacerdote Caifás); tras el debate, el tribunal envió a Jesús ante el gobernador Poncio Pilatos para que lo juzgara, pues ellos querían su muerte, por haberse proclamado Rey de los Judíos.

Pero Pilatos no quiso meterse en problemas, y se lo envió a Herodes, porque “no le correspondía” juzgarlo; sin embargo, el rey, apostado en su palacio, en una escena montada precisamente, frente al Palacio Municipal de la villa, se burla de él tras retarlo a hacer un milagro: convertir el agua en vino.

Pero Jesús no le hizo caso y se lo devolvió a Pilatos.

El Gobernador no vio delito alguno en Jesús, y sólo lo sentencia a azotes; pero el pueblo clama justicia, al grado de preferir que suelten a Barrabás, el peor de los saqueadores, porque, previo a la Pascua, se acostumbrar soltar a un criminal, y la gente elige a Barrabás.

Pilatos “se lava las manos” y decide entregarle a Jesús al pueblo que clama que los crucifiquen.

Ahí empezó el verdadero Viacrucis de Jesús, personificado por Andrés Medina Chalé, el más joven de los Cristos que ha tenido esta representación, organizada por el Grupo Renacimiento.

Con la cruz de 100 kilos de peso sobre la espalda y soportando los golpes verdaderos de quienes actúan como soldados romanos; a lo largo de varias calles del pueblo, Jesús (Andrés) recorrió varias calles.

Vinieron después las caídas, el Cirineo (que le ayuda a cargar la cruz), Verónica, María Magdalena y las mujeres que interrumpieron su viacrucis cuando estaba a punto de llegar al Gólgota, escenificado frente la pirámide maya de Acanceh.

Finalmente, crucifican a Jesús, quien al final de las 7 palabras se encomendó a su padre. En realidad, Jesús, más bien Andrés, después de este ajetreo, se encomendó a los paramédicos de una ambulancia, quienes lo revisaron para saber si no sufrió alguna descompensación.

Pero no, por tercer año consecutivo, Andrés Medina Chalé, hoy de 21 años de edad, volvió a demostrar que, además de su pasión por Cristo, lo que lo sostiene hoy es su juventud.