El elector goza del sagrado privilegio de votar

por un candidato que eligieron otros

Ambrose Bierce
Julian Santiesteban

El inicio de las campañas locales para la renovación de las once alcaldías quintanarroenses ha arrancado con la peor dinámica en la historia de la entidad, con actores y autoridades cuestionadas, pero sobre todo con un desgano ciudadano por participar e informarse, baste tomar como ejemplo lo que ocurre en el proceso federal cuyas campañas cumplieron ya su primer mes y cuyo favorito ha sido definido más por el hartazgo de las personas, que por la propuesta del candidato.

Con lo anterior como contexto, puede aseverarse sin temor a equivocación que todos los candidatos a las alcaldías ven a un solo rival: El efecto AMLO, pues temen que Andrés Manuel López Obrador genere en las entidades la aprobación que tiene su candidatura a la presidencia, y que los candidatos que contienden por Morena alcancen el triunfo, independientemente de sus capacidades; aunque el ideal democrático sería que el ciudadano lograra distinguir, el temor parece bastante fundado.

Si lo anterior es así, resulta entonces que, para el caso de Quintana Roo, la batalla será entre los candidatos oficiales, de la coalición “Por Quintana Roo al Frente”, contra los abanderados de “Juntos Haremos Historia”, de Morena y Partido del Trabajo (PT) –el Partido Encuentro Social contiende en la entidad por separado- , lo que, en teoría, dejaría con muy escasas posibilidades de triunfo a quienes contienden por la coalición “Todos por México”, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Nueva Alianza (Panal) y Verde Ecologista (PVE), pero como la mitad del electorado define su voto justo antes de depositarlo en la urna, nada está definido.

45 días tendrán los candidatos a alcaldes para promover su propuesta, para demostrar que los candidatos priístas son diferentes a Roberto Borge y todo lo que se relacione con la docena trágica cozumeleña; los abanderados del cambio tendrán que hacer acopio de imaginación no sólo para presentar una propuesta real, sino para explicar qué parte del cambio les tocará construir y las razones por las que muchos de los beneficios prometidos no terminan por llegar, particularmente al sur quintanarroense y los de Morena… bueno, difícilmente buscarán diferenciarse de Andrés Manuel; por el contrario, mimetizarse será su objetivo y principal activo de triunfo.

Reducida a su mínima expresión, sin que parezca un despropósito, la batalla en Quintana Roo será pues entre el refrendo del triunfo de 2016 por parte de la administración del cambio, contra el monstruo que amenaza ser la ola de Andrés Manuel López Obrador. Un gobierno con apenas dos años de iniciado, con la alta legitimidad que tuvo en las urnas y con una gestión que día a día asegura cumplir compromisos, no debiera temer a un efecto de coyuntura. Bueno, esa debiera ser la tendencia.

Por cierto y a propósito de propuestas, prepárese el lector para recibir toda clase de propaganda, visitas en donde el candidato lo abraza con una familiaridad inusitada, invitaciones constantes a ágapes y reuniones “entre amigos”, y para escuchar promocionales en los que se dará cuenta de lo sencillo que es resolver los problemas nacionales con tan honestos representantes; pero ante todo, ahora que deberá administrar la “abundancia” de dádivas, no olvide que está en juego el futuro del país cuando acuda a las urnas.

COMENTARIO MORBOSO

Por cierto, las campañas arrancaron sin que la candidatura de José Luis “Chanito” Toledo Medina se ratifique por parte de la sala Xalapa del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), pero el candidato propuesto por la coalición Por Quintana Roo al frente para la alcaldía de Benito Juárez ya espera que los magistrados atiendan su caso para arrancar, aunque sea a destiempo, la carrera por la presidencia municipal.

Toledo Medina confía en que la aprobación ciudadana a su postulación no le reste ventaja, pero lo cierto es que la situación generada por irregularidades tanto del Instituto como del Tribunal Electoral de Quintana Roo (Ieqroo y Teqroo, respectivamente), ya ha afectado a un contendiente, que seguramente no olvidará el agravio.

Por cierto, el caso de Chanito Toledo ha tomado especial relevancia ahora porque los magistrados federales no han informado si abordarán el tema en la semana que inicia, lo que hace recordar un caso parecido en Quintana Roo, cuando la candidatura perredista a la alcaldía de Othón P. Blanco en 2010 –cuando aun no surgía Bacalar como municipio- de Alejandro Castillo Aguilar fue impugnada por su propio partido, porque el candidato se inconformó por la coalición que el sol azteca hizo con el PAN, y se decidió a registrar su propia planilla.

El Ieqroo negó la candidatura pero el Teqroo la validó, por lo que el PRD fue a tribunales federales, los cuales, con absoluto descaro, determinó validar la candidatura justo el miércoles previo a las elecciones, dándole tan sólo cuatro días para hacer campaña ¿qué hizo Castillo Aguilar? Que aun con la negativa de la autoridad local se lanzó a las calles a pedir el voto. Habrá que ver lo que decide Chanito Toledo, nótese pues lo interesante que se pone el caso.

Por cierto, en aquél 2010, entre el grupo dirigente perredista se encontraba el tristemente célebre Emiliano Ramos Hernández, adherido a la dirigencia del olvidado Julio César Lara; y cabe decir que sin el apoyo del partido, la estructura y recursos, Alejandro Castillo logró la votación más alta para el PRD en el sur, desplazando al PAN al tercer lugar; si Chanito Toledo compite, seguramente logrará hazaña similar en el norte estatal, falta que el TEPJF sesione, así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.