Mérida, Yucatán.- Google Maps “no encuentra” Mac-may, un pueblo de Peto, municipio del sur de Yucatán, pero sí “marca” el “templo católico de San Bernardino”, por lo que uno puede pensar que se trata de una de las iglesias coloniales que “profesan” parte de la historia del Estado.

Pero ni el templo es un portento de piedra, ni está en pie: se trata de una choza que, destruida, es signo no de la ausencia de fe, sino de fieles: la comunidad es prácticamente un pueblo fantasma de Yucatán.

Esto de que ya es un lugar deshabitado lo dice Bernardo Caamal Itzá, un mayista seducido por la política, que decidió participar por tercera vez para ceñirse “la corona de la luna” (traducción en español de “Peto”), en las elecciones para alcalde.

“Cuando llegas por la noche al lugar, no hay ni una sola luz: está completamente oscuro”, explica el también comunicador, de sangre maya.

En las elecciones anteriores, el número de votos de Bernardo no rebasó el millar (sumados ambos procesos electorales: 2012 y 2015), pero habla con entusiasmo de que siempre ha ido para arriba: “De menos de 20 votos antes de 2012, llegamos a 50; en 2015, fueron más de 900”, dice.

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Conocedor a fondo, en la práctica, y en la academia, de la milpa maya, Bernardo parece explicar, con esos números, que ha cosechado; cree que los votos a su favor son de personas ya no se venden, quienes han entendido que la despensa “te quita el hambre 3 días”, pero que el mal gobierno puede matarte.

Ahí están los baches, producto de la negligencia de los ayuntamientos; causan accidentes a decenas de tricitaxistas que circulan a diario, y en una de esas ni el chofer ni los pasajeros lo contarán.

Por lo pronto, parece que nadie, en estos 6 años, ha convencido a Bernardo, de que su campaña es como sembrar en la oscuridad, porque el sol que debería alumbrarlo, el Azteca, el del Partido de la Revolución Democrática, simplemente él lo eclipsa, pues de no ser por el hoy candidato, la institución no sería la tercera, aunque débil, fuerza electoral.

-¿Qué puede sembrar, Bernardo, en la política o qué puede cosecharse de ella?, se le pregunta, pues minutos antes describió un panorama desolador: votos que se venden al mejor postor, al que regala materiales de construcción, al que ofrece pagar la operación de algún familiar enfermo…

“Voy a sembrar semillas pero no todas pueden germinar, porque si fuese la semilla antigua, la tradicional, pues gran parte de ellas es viable (viabilidad significa que germinan todas); en este caso, nos encontramos ante una semilla (…) nativa pero mezclada con trasgénicos, entonces tenemos una mazorca con muchos problemas.

“Estamos conscientes de nuestro papel y orgullosamente estamos ejerciendo un papel ciudadano y, por el otro lado, dignificando el concepto, el voto, y cuestionar el modelo irregular porque no da las condiciones ni siquiera equitativas para poder que se elijan los mejores ciudadanos”.

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Para él, su mayor reto es convencer a los ciudadanos de que pueden retomar el poder de la política, a través del voto; que pueden exigirle cuentas claras a sus gobernantes, y que trabajan en bien de la comunidad, algo que suena imposible en un pueblo que dice se está muriendo de hambre.

Dice que la lógica del ciudadano que vende su voto es: “‘Me chingué al candidato: le bajé una casa’, pero lo que no se da cuenta es que se chingó solo, porque en tèrminos reales ya se queda callado ante tantas atrocidades”.

Pero Bernardo habla de gente carne y hueso, cuando en realidad su gran reto está en el terreno de lo imaginario, porque en Peto los fantasmas existen:

  1. Las comisarías. Dice que de 32, sólo 5 tienen la capacidad económica de generar ingresos para sus pobladores. 13 están en vías de abandono y el resto son pueblos fantasmas. Como Mac-May, cerca de Catmís. Dice que ahí sólo quedan 2 familias, cuando hace década y media había por lo menos 20. Es un pueblo fantasma…
  2. La obra pública.- En las comisarías donde todavía hay habitantes, el Gobierno les ha dado, en algunas ocasiones, apoyos como tinacos o baños; pero solo disponen de una hora de agua al día, por lo que la mayor parte del tiempo tienen que llenar cubetas porque, además, no sube al depósito.
    “Es cuando te das cuenta de que la mayoría de los programas sociales del Gobierno son obras fantasma… cuartos chiquititos que parecen jaulas;  baños que no funcionan”, reitera.
  3. Los padres de familia.- Bernardo lo ha estudiado como investigador. Debido a que el modelo de producción del campo se agotó entre los años 70 y 80 la migración a Estados Unidos dejó la mitad de las mujeres sin sus maridos, y muchos niños sin padres… son fantasmas.

Pero, finalmente, muchos de ellos ya no están; el problema es cuando se trata de personas que reciben una dádiva porque “tienen hambre”, pero no alcanzan a ver más allá de su necesidad porque no reciben más que migajas.

“Resuelven un problema de una hora, con la torta y el jugo, pero, en realidad, no le están resolviendo en nada. Los convirtiendo en zombis porque su gran poder de decisión ya no existe.

Así, los petuleños sucumben ante la oferta “magnánima” de un techo o una casa, pero una vez que lo aceptan, ya no pueden hablar por futuras injusticias. Tienen que quedarse callados. Mudos.

“Es un punto donde el hambre ha nublado el entendimiento, la claridad; entonces no hay capacidad de discernir. Yo le llamo (en maya): Tsiikbal L-aalik Tsoolik, ‘las cosas con capacidad de discutirlas como son’… hay mucho miedo”.

Detrás de la línea, en la entrevista telefónica, el Arux (Alux en la voz maya del norte de Yucatán) es elocuente, preciso, analítico; su formación en Chapingo lo ha ayudado a entender el campo, y a su gente, a la que le habla en maya.

Pero no parece advertir un peligro: en su lógica matemática maya, sus votos se han multiplicado casi por 200, desde 2012; pero el universo es mucho más grande, de unos 13,000 votantes, y ahí Bernardo se dibuja como un astrónomo maya que sólo puede “meter” en su catalejo un puñado de estrellas; unos cuantos votos, pues…

Porque en la “corona de la Luna” una elección tiene unas “13,000 estrellas” y existe fórmula matemática que le pueda dar el triunfo en los números, y mucho menos en un esquema electoral en donde -y así se los explica a los que venden su voto-: “Te dan 20 pesos en apoyo, pero te quitan 60”.

Esto es, simplemente, un “negocio de Peto”…

(Las fotos del candidato son cortesía de Bernardo Caamal)