Mérida, Yucatán.- Arzobispo de Yucatán, Gustavo Rodríguez Vega, expresó que es firme la posición de la iglesia en defensa de la vida, e insostenible afirmar que el aborto es un derecho de la mujer, cuando esto significa matar o cegar la existencia dentro del vientre materno.

“¡Qué triste es que hoy tantas clínicas abortistas se enriquezcan con la venta o manipulación de los miembros del niño asesinado!”, puntualizó en su homilía en la misa dominical en la Catedral de San Ildefonso.

“La cultura de muerte en la que estamos inmersos, no sólo promueve el aborto como un derecho, sino también la eutanasia, así como las formas de violencia que conducen a la muerte”, expuso, al aludir a los hechos de nota roja en estados del norte del país.

“Todos deberíamos sumarnos a la indignación y a la condena del episodio que sucedió hace unos días entre Chihuahua y Sonora, donde la familia LeBarón sufrió un ataque terrorista de parte de la delincuencia organizada dando muerte a tres mujeres y seis niños”, dijo el prelado.

“¡Hasta dónde hemos llegado, que tantos hombres y mujeres se sientan con derecho a quitar la vida a todo aquel que no contribuya a sus propósitos de enriquecimiento o de cualquier otro interés! De nada le servirá a nadie tener o traer tantas imágenes de nuestro Señor o de los santos, si no respeta, cuida y promueve la vida de sus hermanos”, manifestó.

Por lo anterior, llamó “a creer en el Dios de los vivos, a respetar su propia vida y la de los demás como el primero de los derechos humanos, escapando de esta cultura de muerte en la que estamos inmersos”.

De igual manera, en su mensaje a la grey católica hizo un llamado a recuperar la fe y el aprecio por la vida matrimonial, pues mientras crece el número de los divorcios, disminuye el número de enlaces conyugales.

Refirió que en las condiciones del estilo de vida actual, las parejas tienen muy pocos hijos, incluso en algunos casos están totalmente cerrados a generar la vida.

“También es sintomático el descenso en el número de las vocaciones sacerdotales y religiosas, cosa que en gran medida puede deberse a no comprender ni valorar la vida celibataria, en medio de un ambiente en el que todo habla de sexo”, reconoció el religioso.

(Jesús Mejía)