Por Jesús Mejía

Mérida, Yucatán.- Bill Macías Medina fue el último en llegar de los cuatro mil dos competidores que participaron en la mayor de las carreras de resistencia, la Maratón de 42.192 kilómetros, realizada este domingo en Mérida.

“Llegar al último no fue un acto de vergüenza sino de dignidad, de demostrar que sí se puede”, dijo el solitario corredor de unos 30 años de edad, al ser recibido en la meta por su padre y los aplausos de más de un centenar de personas.

No había lentes de fotógrafos ni de camarógrafos, tampoco miradas de los jueces como ocurrió en la llegada y en el pódium con el etíope Hunde Gesahegn Abera o la estadounidense Mary Adah Akor Beasley, ganadores absolutos de la quinta edición del Maratón de Mérida.

Bill sabía que era el último en llegar al lugar del arranque después de trotar más de seis horas. Al final del tramo habilitado para la carrera ya no había supervisores ni periodistas. Sólo personal de la Cruz Roja y de control interno.

“¡Vamos!, ¡Vamos! ¡Sí puedes!”, se escuchó en torno del solitario competidor que llevaba en el short el número 762. Cojeaba un poco por un dolor muscular, pero siguió adelante.

Secundado por patrullas y agentes de seguridad y vialidad de la ciudad, Bill Macías se esforzó por alcanzar el objetivo, sobre todo desde un kilómetro antes de la meta donde más de unos 50 empleados y encargados de levantar las instalaciones de la logística y de seguridad privada lo esperaban impacientes para terminar con su trabajo.

Una voz del sonido local anunció la llegada del último competidor de la más intensa y larga carrera de resistencia, seis horas 22 minutos después de que el alcalde Renán Barrera Concha dio el balazo de salida a los miles de competidores.

En la meta lo esperaba su padre con un ramillete de flores. Al cruzar la meta, se fusionó con él en un fuerte abrazo. Algo más que la consanguineidad los unió en ese momento, sin duda la experiencia de vida.

“Lo hice porque quise dar un ejemplo a mis hijos, mi familia, que están aquí presentes”, dijo Bill Macías con escaso aliento, exhausto, después de trotar los 42 kilómetros.

Dijo no sentirse mal, al contrario, lo importante, dijo, es haber terminado.

Su padre, el señor Leonel Macías Sánchez, expresó su orgullo por el esfuerzo realizado por su hijo, a quien recibió con afecto conmovedor.

Con el número 763, el veterano reveló tener 69 años y haber participado en su vida en 110 maratones.

Una conocida canción mexicana llegó a la memoria: “Después me dijo un arriero, que no hay que llegar primero, pero hay que saber llegar”