Por Adela Mac Swiney González

Madrid, España.- La tala y la deforestación, en particular de bosques tropicales, está permitiendo que los humanos entren en contacto con patógenos a los que nunca habían estado expuestos, advirtió hoy la organización ecologista Greenpeace.

Según la organización Global Forest Watch, desde 2001 a 2018 se ha producido una pérdida de 361 millones de hectáreas de cubierta arbórea a nivel mundial, lo que supone una reducción del nueve por ciento desde el año 2000.

Ante ello, Greenpeace confió en que la “reconstrucción social y económica”, tras esta crisis del coronavirus Covid-19, integre, como una oportunidad, la lucha contra la emergencia climática y ambiental.

En el Día Internacional de los Bosques, que se celebra mañana sábado, hizo hincapié en que la tala y la deforestación, en particular en los bosques tropicales de la Amazonia y la Cuenca del Congo, está permitiendo que los seres humanos entren en contacto con poblaciones de fauna silvestre portadores de virus, bacterias y otros microorganismos como patógenos zoonóticos.

Ante ello, los expertos consideran que el deterioro ambiental está agravando la permanencia entre la población de estas enfermedades zoonóticas, al mismo tiempo que se espera que la deforestación aumente los brotes de este tipo de males.

Miguel Ángel Soto, portavoz de Greenpeace España, advirtió que “si no asumimos el valor de los servicios que nos ofrecen los ecosistemas, la necesidad de gestionar correctamente los recursos naturales y el hecho de que vivimos en un planeta con límites biofísicos, tendremos crisis cada vez más frecuentes y más severas”.

Agregó que a estas crisis ya se le puede poner el adjetivo de sanitarias, climáticas o migratorias, pero tienen como elemento común un problema sistémico.

Greenpeace manifestó hoy su solidaridad con los familiares de las personas fallecidas y con las afectadas por el Covid-19, prioridad absoluta en este momento y subrayó que es importante seguir poniendo de relieve estas realidades, por lo que puedan generar en términos de prevención a futuro.

Se estima que el 58 por ciento de las enfermedades infecciosas proceden de los animales, son zoonóticas, así como el 73 por ciento de los patógenos emergentes o reemergentes.

Más de dos tercios de las enfermedades zoonóticas se originan en la fauna silvestre y en los últimos 50 años, ha habido un gran aumento de las enfermedades emergentes que se han atribuido a la invasión humana del hábitat, en particular en los “puntos calientes” de las enfermedades en las regiones tropicales.

Un estudio afirmó que alrededor del 30 por ciento de los brotes de enfermedades nuevas y emergentes como el virus Nipah, Zika y el Ébola están relacionados, precisamente, con estos cambios de uso de la tierra.

Además, la tala, la caza, la alimentación y el tráfico internacional de fauna silvestre plantean un riesgo considerable de transmisión de patógenos entre especies.

Debido a las altas densidades de población y al comercio internacional, los efectos de esta transmisión pueden extenderse por todo el mundo.

Aunque la deforestación de los bosques tropicales está aumentando el riesgo de transmisión entre la vida silvestre y los seres humanos, parece que la tala selectiva plantea un peligro aún mayor, señaló Greenpeace.

Esto, debido a que las zonas de tala retienen la diversidad biológica mucho más que las zonas de desmonte o los bosques quemados, por lo que la probabilidad de entrar en contacto con enfermedades zoonóticas es mucho mayor.

Los últimos datos disponibles de la FAO señalan que entre 1990 a 2015 se registró una pérdida neta de unos 129 millones de hectáreas de bosque.

Según la organización Global Forest Watch, desde 2001 a 2018 se ha producido una pérdida de 361 millones de hectáreas de cubierta arbórea a nivel mundial, lo que supone una reducción del nueve por ciento de esa superficie desde el año 2000.