Por Adela Mac Swiney González

Gijón, España.- Esperando que la crisis sanitaria por el coronavirs Covid-19 termine y vuelva a poder estar en México, Colombia o Buenos Aires donde sus obras literarias han tenido gran acogida, la escritora madrileña Marta Sanz presentó el la XXXIII Semana Negra de Gijón “Pequñas mujeres rojas”, una reflexión sobre la memoria histórica y la violencia contra las mujeres.

Además, con “Pequeñas mujeres rojas”, Sanz termina una trilogía compuesta por las novelas “Black, black, black” y “Un buen detective no se casa jamás” y jubila a su detective Arturo Zarco. “Intentaré no rentabilizar más estos personajes, ya dieron de si lo que tenían que dar, no sería honesta conmigo misma, no voy a estirar el chicle ni abusar de la empatía con los lectores”.

Sanz, quien reconoce que cada ejercicio de escritura le deja fibras sueltas, de su memoria íntima o familiar, y social o política, aseguró que “por coherencia conmigo misma, eso que se ha quedado no lo voy a serializar, si utilizo esas fibras será en un molde narrativo diferente, en otras novelas u otros poemarios”.

La escritora, ganadora del Premio Herralde de Novela, del Ojo Crítico de Narrativa, el XI Premio Vargas Llosa de relatos y finalista del Premio Nadal en 2006, reivindicó el compromiso de la literatura con el universo social y político.

“A mi me interesa mucho la novela política, en la literatura no se puede separar de lo que se cuenta de cómo se cuenta, el cómo es el qué, por eso en ‘Pequeñas mujeres rojas’ es importante que se toquen temas políticos, los desaparecidos en la guerra civil porque el discurso de los vencedores perdura y es el motivo del resurgimiento de la extrema derecha española”, dijo.

Además, añadió que lo que atañe a la violencia contra el cuerpo de las mujeres, “la historia lo ha naturalizado para convertirlo en algo agradable, algo morboso” y es necesario denunciarlo.

Con esta novela, que la autora define como “profundamente política” pero también “profundamente poética”, Sanz buscó poner “en tela de juicio” los relatos que se hacen sobre las secuelas de la Guerra Civil, que “suenan como la música de un ascensor” e hizo hincapié en que “abrir las fosas es absolutamente necesario para cicatrizar heridas, porque estamos en una sociedad moralmente pobre en la que se confunde la libertad de expresión con el insulto y la mentira”.

Recalcó que “hay un pasado no resuelto, un pasado sin cicatrizar, que ha convertido a España en una sociedad moralmente pobre”.

Por último, Sanz aseveró que “soy de izquierda y feminista pero no me gusta escribir cosas moralizantes, prefiero que los lectores se coloquen en un filo de dificultad para replantearse sus prejuicios, no me gustan los libros que me conmuevan, creo que la emoción está devaluada, me gusta que me conmocionen”.

(LectorMx)