Mérida, Yucatán.- El confinamiento en casa no es razón para no observar fenómenos astronómicos porque algunos no requieren que salgas y tampoco que utilices instrumentos especiales como telescopios.

Esta semana, entre los días 18 y 20 de julio, con solo colocar lo más derecha posible una vara o palo verticalmente sobre el piso, podrás comprobar el llamado Sol en el cenit o Sol cenital, un fenómeno que no sólo demuestra la extraordinaria precisión con la que los mayas levantaron sus edificios en las ciudades, sino que tenía un significado místico-religioso que equivalía a la renovación.

Aunque el Sol cenital es muy frecuente -dos veces por año- es prácticamente exclusivo para una pequeña parte de la población del planeta (entre los que, por supuesto, estamos los mexicanos y en especial los yucatecos).

Ocurre en la franja del planeta que está entre los dos trópicos, el de Capricornio y el de Cáncer; sólo los habitantes de los países que se ubican en ese “cinturón” pueden verlo.

En el caso de Yucatán, son por lo menos tres sitios de la antigua civilización maya en los que el fenómeno puede observarse y comprobarse, dos de ellos corroborados y documentados por el astrónomo yucateco Eddie Salazar Gamboa: El Castillo de Kukulcán, en Chichén Itzá y el Templo de las Siete Muñecas, en Dzibilchaltún.

En la ciudad de los Itzaes, el Sol cenital atraviesa el cuadrángulo superior del Castillo e ilumina completamente las cuatro caras. En la ciudad maya cercana a Mérida, un haz de luz vertical debería atravesar el techo del Templo de las Siete Muñecas, pero el orificio fue tapado, lo que impide observarlo. Pero en ambos casos, los edificios se quedan completamente sin sombra al mediodía (1 de la tarde por el Horario de Verano).

Hay un tercer sitio, documentado por la revista National Geographic, cercano a Chichén Itzá: el cenote Holtún, cuya boca “cincelada” por los mayas en forma rectangular, deja pasar verticalmente el Sol cenital para “entrar al inframundo y volver al cielo”. Este haz de luz completamente vertical sólo llega de esa forma dos días del año; el resto, la luz entra diagonalmente.

Aunque lo ideal sería acudir a alguno de estos tres sitios mayas o a cualquiera donde haya edificaciones de la antigua civilización, el acceso a los arqueológicos está cerrado y la movilidad, restringida; así que lo mejor es observarlo es de manera simple, en algún exterior de nuestra casa. Lo único que tenemos que hacer es colocar verticalmente (a 90 grados del suelo) una vara o un cilindro. Pocos minutos antes de las 13:00 horas y hasta unos minutos después veremos cómo la sombra “desaparece”.

Pero es importante decir que el día en el que podrás observar el fenómeno depende del lugar donde te encuentres porque no es igual para todo el Estado.

Aquí te compartimos los lugares de referencia y la “agenda” para que, de acuerdo con el lugar donde te ubiques y la fecha puedas ser testigo del “día sin sombra”. Recuerda que sólo ocurre dos veces al año (una en mayo y otra en julio) y en el día “marcado” (Si estás en Mérida, te corresponde la fecha de Dzibilchaltún y Acanceh)…

Los mayas, para esta fechas, cada 52 años -recuerda Eddie Salazar Gamboa -catedrático del Instituto Tecnológico de Mérida (ITM)-, realizaban la ceremonia del fuego nuevo, un ritual para romper con lo viejo y empezar un ciclo nuevo; de ahí la importancia que para esta antigua civilización tenía el Sol cenital.

Además del mes de julio, este fenómeno también ocurre en mayo, 28 días antes (una lunación o periodo lunar), pero las fechas en las ciudades mayas “se invierten”: primero se da en Uxmal y Oxkintok, el día 22; Chichén Iztá y Ek Balam, el 23; y Dzibilchaltún y Acanceh, el 24.