Mérida, Yucatán.- Pese a carecer de ambas piernas desde hace 26 años, don Félix, es un agradecido con Dios, porque aun en estos tiempos de Covid-19, asegura, no le ha faltado trabajo como trovador para mantener a su familia.

Desde su silla de ruedas y con la guitarra en la diestra, Luis Felipe Martínez Zavala comenta que ante el cierre de la plaza grande y sitios públicos, todos los días acude temprano a la explanada ubicada entre el edificio de comercios Los Arcos y el antiguo Palacio Postal para ganarse unos pesos.

“El asunto es tener ganas de trabajar. Si te quedas en casa, nadie va a ir ayudarte”, comenta este hombre de espaldas anchas, de voz estridente, nada introvertido, conocido por tocar y entonar a todo pulmón canciones de amor a los turistas nacionales y extranjeros en calles del centro histórico.

Sin complejos ni lamentos, don Félix rememora que perdió las piernas en 1994 en un accidente automovilístico ocurrido en la ciudad de Nuevo Laredo, Tamaulipas, pero que no se rindió ante la vida.

No guarda rencores con la vida, al contrario, dice ser un agradecido con Dios por lo que le ha brindado: “un paraíso”, al referirse a su existencia, a su esposa e hijo de casi cuatro años, al trabajo y a la música.

De origen campechano, ya identificado como un personaje de Mérida –donde radica desde hace 12 años–, comparte que todos los días le canta, al despertar, una hora a Dios para luego cantarle a todo mundo.

Respecto a la crisis sanitaria, que ha obligado al cierre de parques y jardines de la ciudad, dice que eso no le ha impedido continuar haciendo lo que le gusta.

“Trabajando Dios me bendice. Hay que ser positivos, donde hay gente está el ministerio de Dios”, añade.

“Si yo no supiera tocar la guitarra, iría de casa en casa a pedir trabajo, limpiar lo que sea o vendería dulces o chicles. No importa, el trabajo es sagrado”, recalca el trovador, quien sale todos los días a ganarse el sustento.

De la enfermedad, rechaza que sea “un castigo divino” como algunos dicen y señala que estas cosas “tienen que pasar” como ya ocurrió en 1917 con la llamada “peste española”.

“Es parte del principio del fin”, expresa.

— ¿Usted no recibe alguna ayuda del gobierno?, preguntamos.

— Nada, ni de López Obrador. Me censaron dos veces. Y fui para allá a las oficinas hace seis meses, metí todos mis papeles. Me dijeron que me iban a dar cinco mil cada dos meses y dije va a caer, pero no, ni madres, me dijeron: no aparece. Pura pérdida de tiempo.

— Se supone que el gobierno federal tiene un programa de ayuda para personas con discapacidad—, le recuerda el reportero.

— Pura mentira que apoyan esos cabrones. Si me quedo a esperar la ayuda del gobierno, me muero de hambre. La semana pasada pasaron con una despensa y ni la agarré. Dan una pinche despensa de 50 pesos que no alcanza para nada, mejor salgo a trabajar —revira.

Ese es don Félix, todos los días sale a la calle sin miedo alguno de contraer el coronavirus.

“Todos los días le canto a Dios y él me protege”, confía el hombre, quien ha hecho suya la frase popular “al mal tiempo, darle buena cara”.

(LectorMx)