Por Adela Mac Swiney González

Madrid, España.- Más del 75 por ciento de España está ya en riesgo de desertificación por lo que urge una transformación profunda de las estrategias de gestión del agua y el combate de los pozos ilegales, la sobreexplotación y la contaminación de los recursos hídricos, advirtió la organización ecologista Greenpeace.

Aseguró que el 70 por ciento de las demarcaciones hidrográficas españolas presentan niveles de estrés hídrico o severo y agregó que el propio Gobierno alerta de un próximo aumento de la intensidad y magnitud de las sequías debido al cambio climático.

Ante la celebración, mañana, 17 de junio, del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, Greenpeace y el Observatorio Ciudadano de la Sequía se unieron para advertir de que los efectos del cambio climático sobre los riesgos de sequía y de desertificación son ya incuestionables.

Esto se refiere a la disminución de las precipitaciones por debajo de los niveles considerados como normales en un área determinada y a la degradación de las tierras de zonas áridas y semiáridas causadas por las variaciones climáticas y las actividades humanas.

El informe “Impactos y riesgos derivados del cambio climático en España” (2021), elaborado por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, advierte que se espera, por un lado, un aumento generalizado en la intensidad y magnitud de las sequías meteorológicas e hidrológicas bajo escenarios de cambio climático, debido, principalmente, al aumento de la evapotranspiración y a la reducción de las precipitaciones y por otro, una creciente aridez y un aumento del riesgo de desertificación.

Se trata de dos fenómenos diferentes, pero íntimamente relacionados, con capacidad de generar importantes efectos adversos sobre la sociedad, la economía y los ecosistemas, que se agravarán en un futuro cercano como consecuencia del cambio climático y de la persistencia de un modelo de gestión insostenible de los recursos suelo y agua.

Diversos datos y previsiones globales y regionalizados sobre los efectos del cambio climático en España son claros y urgen, de forma inaplazable, a una acción decidida para paliar sus efectos, entre ellos que la temperatura media del mar Mediterráneo se calienta entre dos y tres veces más que el conjunto de los océanos en el ámbito global.

Su temperatura es ya 1.5º centígrados superior a los niveles preindustriales y las previsiones son aún más pesimistas pues para el año 2040 se estima que el aumento de la temperatura se situará en 2.2 grados centígrados y para el 2100 en 3.8 grados centígrados.

Además, los datos de la Agencia Estatal de Meteorología de España (AEMET) revelan una clara tendencia, desde 1971, a temperaturas más extremas, tanto en valores promedio como en máximas y mínimas.

Considerando la exposición a “exceso de calor” y “calor moderado” en España, se estima que la mortalidad ligada a estas causas oscilará entre 10 mil y 43 mil fallecimientos anuales a lo largo del siglo XXI.

La Agencia Europea de Medio Ambiente sitúa a España como uno de los países de la Unión Europea con mayor riesgo de incendios, fenómeno que se agrava en situaciones de sequía y en suelos desertificados.

Asimismo, según el último Inventario de Daños Forestales del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, las masas forestales tienen más dificultad para reponerse de los daños que le causan las sequías, al ser estas cada vez más extremas, recurrentes y prolongadas.

Julio Barea, responsable de la campaña de aguas de Greenpeace, sostuvo que “frente a los devastadores problemas asociados a la sequía y la desertificación, tenemos que frenar el cambio climático y la pérdida de biodiversidad”.

Anotó que para ello, “hay que fortalecer el medio rural y cambiar el modo en que producimos nuestros alimentos y bienes de consumo. Así podremos evitar que nuestro país se convierta en un territorio desertificado en pocos años”.

(LectorMx)