Apicultores, apicultoras, meliponicultores y meliponicultoras, miembros de la Alianza Maya por las Abejas de la Península de Yucatán Kaabnalo’on, integrada por 12 organizaciones de apicultores de los estados de Yucatán, Quintana Roo y Campeche, instituciones académicas y organizaciones de la sociedad civil, realizamos una revisión de la Minuta por la que se expide la Ley Federal Apícola y la Iniciativa de la Ley General de Protección Apícola, e integramos los comentarios que a continuación se plantean.

En ese tenor, aclaramos que lo expresado en el presente documento no representa ni se debe considerar como un acto o manifestación de validación o legitimación de las leyes objeto de estos foros.

En este sentido procedemos a manifestar lo concerniente a la opinión de esta Alianza con relación a las dos iniciativas. Estas leyes más que promover y proteger a la apicultura y a los polinizadores, pretenden imponer a los apicultores una serie de requisitos y trámites burocráticos que ignoran la realidad del trabajo apícola y los graves riesgos que estamos enfrentando en el país y en nuestra región, implicando una sobre regulación innecesaria. Están llenas de sanciones que prácticamente criminalizan nuestro trabajo y se responsabiliza a los apicultores para llevar a cabo las acciones de vigilancia y denuncia contra quienes incumplan las disposiciones establecidas en las leyes.

Estas leyes sólo lograrán desincentivar la apicultura al complicarla, al generar gastos que los apicultores con pocas colmenas y los apicultores jóvenes no podrán solventar y al dificultar las prácticas que cotidianamente realizamos. El exceso de certificaciones que se pretende exigir, entorpecerá el trabajo y violan el derecho a la libre determinación de las comunidades y pueblos originarios a decidir sobre sus prácticas organizativas. Muchas de las disposiciones que se establecen son prácticamente imposibles de cumplir, no tienen ningún sentido, son obsoletas y/o son completamente ajenas a la cultura de las y los apicultores. Por otro lado, existen una serie de instrumentos que guían las buenas prácticas apícolas y que aquí ni siquiera se mencionan (Manual de Buenas Prácticas Pecuarias en la Producción de Miel y Manual de Buenas Prácticas Pecuarias en el Manejo y Envasado de Miel de SADER-SENASICA).

A través de estas leyes no se reconoce ni se promueve el rescate, conservación y fortalecimiento de los conocimientos y prácticas apícolas tradicionales y campesinas, ni se reconoce que la apicultura se desarrolla de maneras diversas en las distintas regiones del país. Ignora la existencia de la meliponicultura y el aprovechamiento de otras especies nativas de abejas. Al contrario, pretenden imponer la obligación de “modernizar” y “tecnificar” a la apicultura bajo un solo modelo, ignorando las prácticas y los conocimientos campesinos que se han desarrollado a lo largo de muchos años.

Tampoco se promueve ni respeta el derecho de las y los apicultores de decidir su forma de organización. Se pretende obligarlos a asociarse a esquemas organizativos ya definidos. Es fundamental proteger la organización autónoma de las y los productores de pequeña y mediana escala.

Lo anterior deja de respetar lo que establece la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en sus artículos 1°, 2º, 4º y 26, así como las disposiciones del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, del Convenio de Diversidad Biológica, del Acuerdo de Escazú y demás instrumentos internacionales que tienen por objeto la protección de los derechos humanos de las comunidades y pueblos indígenas.

No queda claro cómo se protegerá a la apicultura y a los polinizadores de todos los riesgos con los que tienen que vivir ahora (deforestación; cambio climático; uso de plaguicidas; robo de colmenas, sus partes o derivados; comercialización de miel falsa o adulterada, etc.) considerando los aspectos particulares de cada caso.

Las propuestas de ley muestran un desconocimiento del nivel de africanización de la apicultura en el país, e ignoran que la apicultura nacional ha incorporado una serie de medidas y prácticas que permiten manejar a las abejas con niveles de africanización. Existen una gran diversidad de estudios donde se muestra la adaptación de estas abejas a los sistemas productivos y su contribución al control de diversas plagas y enfermedades presentes en las colonias.

Con base en lo anterior, manifestamos nuestro total rechazo a ambas iniciativas de ley. Sin embargo, consideramos que es necesario construir un instrumento nuevo, con mayor participación de las y los apicultores del país, que verdaderamente reconozca la importancia de las abejas y los polinizadores, en todas sus dimensiones: económica, cultural, ambiental y social. Que se considere a la apicultura como una actividad estratégica, esencial para el país.

Consideramos muy importante que se transformen los sistemas de producción agropecuaria hacia enfoques agroecológicos, incorporando a la apicultura y la protección de los polinizadores como parte fundamental de su desarrollo e implementación. Es urgente eliminar el uso de plaguicidas que afectan a las abejas y polinizadores, detener la deforestación, fortalecer la agricultura campesina y controlar las actividades que contaminan y afectan la integridad de los ecosistemas.

Para nosotros la apicultura no puede formar parte del sector ganadero porque las abejas son una especie con una forma de vida y de producción distinta, tienen un vínculo estrecho con la flora y fauna del lugar donde se encuentran, contribuyendo positivamente a la conservación de la biodiversidad, el equilibrio ecológico, a la seguridad y soberanía alimentarias.

Atentamente,

Alianza Maya por las Abejas de la Península de Yucatán Kaabnalo´on