Por: Jesús Mejía
Mérida, Yucatán.- Raúl Castro Ruz, el iniciador junto con su hermano Fidel en 1956 de una revolución que cimbró al continente americano, dejó a un lado los discursos beligernates y los de restablecimiento de las relaciones con México para hablar de sus 84 años, nietos y su retiro en el año 2018.
“Soy de mínimas palabras”, advirtió luego de celebrar un brindis propuesto por su contraparte mexicano, Enrique Peña Nieto, por el reencuentro de ambos gobiernos y la reconstrucción de los vínculos, el cual secundaron con aplausos todos los comensales invitados a la Quinta Molina.
Raúl Castro no quiso entrar a la retórica de los discursos. Con voz grave, arrastrada por el paso de los años, dijo sentirse entre amigos, a gusto. Como un abuelo en familia, recordó que en julio próximo cumplirá 85 años de edad, pero que se mantiene fuerte y hace ejercicio todos los días.
Integrantes de las dos comitivas, así como del gobierno de Yucatán, anfitrión del encuentro de jefes de Estado, escucharon a Raúl Castro hablar de su familia: “Tengo cuatro hijos, tres mujeres y un varón, y nueve nietos, cinco mujeres y cuatro hombres, y también seré bisabuelo, en diciembre próximo”.
“No llegaré a ser tatarabuelo”, expuso Castro con el tono relajante de un patriarca, con los pendones y banderas de gran tamaño de ambos países a su espalda, en su alocución desde su lugar en la llamada mesa de honor, flanqueado por Peña Nieto y el presidente de la Cámara de Diputados, el perredista Jesús Zambrano.
Los ministros cubanos, los secretarios del Ejecutivo mexicano, los hombres y mujeres del gobierno de Rolando Zapata Bello, el gobernador anfitrión, así como legisladores federales escucharon en silencio el anuncio del próximo retiro de Castro Ruz del gobierno de la isla, la mayor de las Antillas.
“El 24 de febrero de 2018 concluyo mi periodo de gobierno y me retiraré”, afirmó luego de presentar a uno de sus nietos ahí presentes –que algunos vieron como un prospecto a sucederlo- el jefe de Estado cubano, quien en 2008 asumió formalmente la presidencia, luego del retiro de su hermano mayor Fidel, que hoy cuenta con 89 años de edad.
Entonces, externó su deseo de retornar a Mérida con más tiempo, sin visita oficial, dijo, “para saludar a mis amigos yucatecos”.
Y vinieron los aplausos, las expresiones de simpatía de los comensales, entre ellos la canciller mexicana, Claudia Ruiz Massieu; su homólogo de Cuba, Bruno Rodríguez; el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong; el ministro de Comercio Exterior isleño, Rodrigo Malmierca, y de muchos otros.
Después de sus expresiones personales, Castro entonces adoptó la pose de Jefe de Estado y deseó a los mexicanos “un futuro de paz, desarrollo y bienestar que merecen por su gloriosa historia y su vocación pacífica y solidaria”.
“Cuenten siempre con la amistad sincera y profunda del pueblo y gobierno de Cuba”, aseguró el presidente visitante, para dar paso a una comida de tres tiempos: ceviche de palomita con mago y aguacate, carpacho de alcachofas, sopa de lima, lomo de róbalo y coco o dulce de zapote.
La tarde siguió con su bochorno y camaradería entre cubanos y mexicanos, con música de cámara y de mariachi, por lo que Raúl Castro se veía contento, en su casa, como un abuelo.