Suele hacerte pasar una vergüenza: estás horas hablando con alguien interesantísimo a quien acabas de conocer. Te parece fascinante, su personalidad… Al cabo llega otro amigo y quieres presentarle a tu acompañante. Pero te quedas en blanco, incapaz de recordar cómo se llama.
Un lector, Dan, me pregunta la razón por la cual pasa esto.
“Puedo recordar toda clase de detalles sobre una persona, pero olvidarme completamente de su nombre”, dice. “Incluso, después de una extensa conversación. Es algo embarazoso”.
Afortunadamente, la respuesta implica aprender una cuestión fundamental sobre la naturaleza de la memoria.
Y es una cosa que, además, te puede ayudar a evitar la vergüenza de olvidar el nombre de alguien con quien conversaste durante una hora.
Para saber por qué eso sucede, tienes que reconocer que nuestra memoria no es un simple sistema de archivos con distintas carpetas para cada clase de información, incluyendo una de color brillante etiquetada como “Nombres”.
Asociaciones encadenadas
Más bien, nuestras mentes son asociativas. Se desarrollan a partir de información interconectada.
Es por eso que soñamos despiertos. Te das cuenta, por ejemplo, de que un libro que estás leyendo se imprimió en París y en París está la Torre Eiffel que, por cierto, fue visitada por tu prima Mary el verano pasado. Ah, y es verdad que a Mary le encanta el helado de pistacho. Entonces te preguntas si habrá comido helado de pistacho cuando estaba arriba en la Torre.
(Información completa: bbc.com/mundo)