Por Jesús Mejía

Mérida,Yucatán.- Con una retrospectiva titulada “Trazos del corazón”, que resume 45 años de actividades artísticas como pintora, escultora, maestra y promotora cultural, Martha Chapa comparte sus obras con los yucatecos, en particular su gusto singular por las manzanas.

“Para mí la manzana representa la vida misma, el paisaje, el amor”, mencionó en entrevista la autora de autorretratos, dibujos, óleos y esculturas que se exhiben en esta ciudad y llevan el sello infaltable de la fruta, la fuente de su inspiración en más de cuatro décadas de trabajo con los caballetes y los pinceles.

Es regiomontana. Se muestra feliz por la recepción y el aprecio de los yucatecos a su obra, la cual se encuentra montada desde el 15 de octubre en la sala de exposiciones temporales del Museo de la Cultura Maya, donde permanecerá hasta enero del próximo año con entrada libre.

“Quiero que me recuerden como una mujer muy intensa, que se esmeró en todos y cada uno de sus actos sin miramientos”, expuso a sus 70 años esta creadora que ya cuenta con un museo en su natal Nuevo León dedicado a su prolífica obra, en la que la manzana ha sido protagonista, causa, inspiración y sentimiento, o sea ella misma.

Se dice muy agradecida de los amigos, de su esposo e hijos, a todos quienes le han ayudado a forjar su trayectoria como artista plástica, incluso, en la entrevista, expresó su gratitud al gobernador Rolando Zapata Bello y el titular del FIC Maya, Jorge Esma Bazán, como promotor de la exposición “Trazos del corazón”.

La muestra de 71 obras que se exhibe en el museo de esta ciudad incluye autorretratos de su infancia y adolescencia, la aventura y el misterio de “Amor emponzoñado” en la que se proyecta ella misma en la cola de un alacrán y su vínculo con quien es su personaje de culto, Frida Kahlo.

Por supuesto, lo primero que halla el espectador es el color, la luz, y la esbeltez y el colorido de las manzanas junto con una fauna y una flora que revela su gusto por la naturaleza y la vida misma, sin faltar los paisajes montañosos y volcánicos con sus volutas de humo en los que la fruta es testigo fiel de esos momentos.

En Martha Chapa no existen los fantasmas del pasado, ni sentimientos atormentados. Como una niña recoge el vuelo de los colibríes y libélulas y el temple del búho y del águila, como personajes de sus sueños y cuentos que nutrieron su infancia.

Mirar los cuadros de Martha Chapa es dejarnos encantar por el color, la luz y sus sutiles sombras. En sus obras, proyecta el pensamiento pleno de fuerza y optimismo. En ellas, la obscuridad no existe, sino el relámpago, la figura metálica de una manzana que parece retorcerse en su sopor.

La fruta repite su sino en los lienzos de Chapa, ha sido mordida de nueva cuenta como una huella del placer, del deseo o del añejo pecado de comer lo prohibido. Son verdes, otras tornasoladas, y las hay azules, mágicas, a la intemperie, que parecen retar en belleza al paisaje del bosque y de las montañas de su ciudad natal.

La manzana atrae el vuelo de los colibríes y la libélula y posa orgullosa junto al águila. Eso muestra parte de las creaciones de Martha Chapa, que conjuga con seriales de la fruta gran colorido que, lejos de cansar, cautivan a los espectadores porque no hay nadie que se resista al color, olor y presencia de una manzana.

En la exposición, se incluyen también imágenes de fotografías con figuras del espectáculo que han gustado de su obra como Raquel Olmedo y Salma Hayek, o escritores e intelectuales de la talle de Jaime Sabines, Alí Chumacero y Andrés Henestrosa.

“No todos mis sueños se han cumplido, por eso lucho, por eso estoy aquí. Tengo algunos retos que cumplir, que son lo que me impulsa a seguir adelante”, comentó Martha en la breve conversación sobre su incansable actitud creadora.

Observar con detenimiento las formas, colores y temas de sus pinturas, bien vale la pena una manzana.


(Jesús Mejía)