Mérida, Yucatán.- En su calidad de presidente del Departamento de justicia y Solidaridad (DEJUSOL) del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), el arzobispo de Yucatán, Gustavo Rodríguez Vega, presentó un diagnóstico de la trata de personas y de la acción conjunta para hacerle frente.

“Es necesario denunciar a las redes de trata de personas que muchas veces con complicidad de los organismos policiacos y de los gobiernos, someten a la más dolorosa humillación a miles de hermanos y hermanas nuestras, con nuevas formas de explotación y esclavitud”, expresó.

El religioso participa en el congreso: “La Lucha Contra el Crimen Organizado: El Camino a Seguir”, en la ciudad de Roma, Italia; organizado por el “Grupo Santa Marta. Previniendo la Trata de Personas y la Esclavitud Moderna”.

En su conferencia “La Trata de Personas en América Latina: Situación y Perspectivas”, ofreció un trazo global del problema.

Respaldado en el informe del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH), citó que en África y Oriente Medio, así como Asia Pacífico, se da un número más elevado de trabajos forzosos; mientras que en América Latina, Europa y Asia Central, predominan casos de explotación sexual.

Con respecto a América Latina, destacó que es una zona en la que la trata de personas, principalmente mujeres y niñas o adolescentes, se centra en la explotación sexual.

“América del Sur no es sólo corredor para la trata, sino que además son países de origen, de tránsito y de destino, con trata de personas tanto interna como a nivel internacional.

“En las últimas décadas se ha experimentado un auge en la industria del turismo sexual, sobre todo con ‘clientes’ de América del Norte, por motivos de cercanía geográfica”, dijo.

En cuanto a las rutas, ahondó, Nicaragua es uno de los más destacados proveedores de la trata, sobre todo de menores. Honduras, Guatemala y México son punto de encuentro de personas, que suelen ser posteriormente enviadas a un tercer país, con frecuencia EEUU o Canadá (de nuevo, por motivos de cercanía y reducción de costes.

“Los migrantes centroamericanos y mexicanos que atraviesan México de extremo a extremo, desde la frontera México-Guatemala hasta la frontera México-Estadounidense, pasan por miles de peligros en esta difícil travesía, y muchos de ellos terminan siendo víctimas de trata en tres modos principales:

1) las mujeres a las que se les termina el dinero y no pueden seguir avanzando por no poder pagar las cuotas que les imponen, terminan siendo obligadas a ejercer la prostitución.

2) los hombres muchas veces han sido reclutados por la fuerza para ser integrados a algún cartel del crimen organizado.

3) los hombres y las mujeres que son secuestrados y sus familias son obligadas a pagar costosos rescates, para que sean liberados.

El arzobispo subrayó la situación de Haití, con numerosos casos de menores que han sido víctimas de trata; en algunos casos dentro del propio país y en otros casos tráfico hacia República Dominicana, país que también tiene numerosos casos de trata de personas sobre todo hacia Europa.

Colombia, Ecuador y más recientemente Venezuela, abundó en su ponencia, presentan graves situaciones de trata y tráfico de personas.

“Las mujeres víctimas de trata y tráfico son generalmente violadas, obligadas a consumir drogas hasta hacerlas adictas, a cometer delitos, son reducidas a condiciones infrahumanas, tanto física como psicológicamente. No pocas al intentar escapar encuentran la muerte, o tienen graves accidentes que las dejan mutiladas o con severas discapacidades.

“Un grupo de alta vulnerabilidad en esta situación son los niños y niñas, quienes ahora incluso migran solos, expuesto a toda clase de peligros. El Santo Padre dedicó su mensaje para la Jornada Mundial del Migrante en el 2017 a esta dolorosa realidad de los niños migrantes”, ponderó.

Sostuvo que un factor común que propicia esta realidad es la pobreza, que lleva a las familias incluso a abandonar a los menores en manos de traficantes, con la creencia de que lograrán un futuro mejor.

La violencia, prosiguió, es otro factor expulsor de migrantes, caldo de cultivo para que personas sean víctimas de traficantes. En algunos países la violencia nace de la delincuencia común, en otros de las llamadas maras o pandillas y en otros es fruto de grupos levantados en armas, con motivaciones políticas e ideológicas.

“Otro drama representan las crisis humanitarias, donde lo verdugos aprovechan las situaciones de caos para raptar a sus víctimas. Un caso digno de destacar en América Latina ha sido el de Haití.

“Existen casos de menores procedentes de países latinoamericanos que son objeto de trata para luego ser adoptados en países desarrollados”.

Sin embargo, consideró que existen “algunas luces” y progresos notables en América Latina, pues la mayoría de regulaciones de los países de la región, o bien sus reformas para lograr leyes más estrictas contra la trata, son de años recientes (normalmente 2011 o 2012).

Además, estimó, se ha luchado en los últimos tiempos por dar mayor publicidad a este fenómeno, acto de vital importancia puesto que se desconoce o se quiere desconocer acerca de éste.

En ese contexto, valoró la labor de los miles de agentes de pastoral, hombres y mujeres, obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos que entregan su vida al servicio de las personas en Movilidad Humana.

En la parte final de su intervención, anunció la creación del “Consejo Latinoamericano de Movilidad Humana y Refugio” (CLAMOR), como experiencia de comunión eclesial y articulación de esfuerzos que permitirá prestar un mejor servicio a la evangelización y la promoción humana de los migrantes, desplazados, refugiados y víctimas de trata de persona.

El primer encuentro de la “Red CLAMOR” se llevó a cabo en Tegucigalpa, Honduras, en septiembre pasado.