Donald John Trump (Nueva York, 1946) inició este viernes su presidencia agitando el mismo populismo y el nacionalismo desacomplejado y agresivo que en menos de dos años le ha llevado de ser un estrafalario constructor y showman hasta la cúspide del poder mundial.

En el discurso inaugural, momento solemne en el que los nuevos presidentes suelen lanzar un mensaje de unidad, Trump arremetió contra las élites de Washington, se postuló como representante de los perderdores de la globalización, y prometió colocar el eslogan ‘América primero’ en el centro de todas sus políticas.

“Los olvidados y olvidadas de nuestros país dejarán de estar olvidados”, dijo el republicano Trump, en un discurso de 15 minutos muy parecido a la versión más extrema de los que pronunciaba en la campaña electoral que le dio la victoria el 8 de noviembre ante la demócrata Hillary Clinton. “Nunca volveréis a ser ignorados”, dijo más tarde.

Rodeado de los máximos representantes del poder en Washington, entre ellos varios expresidentes, congresistas y jueces del Tribunal Supremo, ante un público escaso comparado con otras ocasiones, Trump retrató EE UU como un país en un estado de crimen y caos, donde las élites se han enriquecido y han maquinado a espaldas del pueblo.

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