Por Bernardo Caamal Itzá

San Rafael, California, EU.- Lloramos, reímos, nos duele vivir esta realidad.

Cuando los veo así, es cuando cuestioné a la vida ¿Por qué nos pasa? Pido a  los Dioses del mayab que nos dé fortaleza; nos enseñe de nuevo esos caminos y que nos permita reencontrarnos; no vine a cuestionar porque te caíste, porque soy igual, un ser humano con defectos y virtudes.

Estuve un día muy cerca de ellos cuando dijeron: “No me puedo quedar en Peto, no hay nada (no hay empleo u oportunidades para desarrollarse como ser humano, como construir una casa y resolver el problema alimentario), quiero mejorar mi vida y el de mi familia…”

Cuando lo vi de nuevo, casi no me reconoció, el alcohol, las malas condiciones en que vive, y hace más de 20 años en que coincidimos de nuevo.

Tono soy… tardo algunos segundos, me miraba, en sus ojos reflejaba dolor, me identifique con él ¿Por qué vivimos así…?

—¡Arux…! Momentos en que pudo identificarme, y acto seguido bajo la mirada, gruesas lágrimas brotaron en sus ojos. No pude contenerme igual, los conozco, los vi crecer en mi pueblo, los vi salir de casa con sueños y esperanzas, y ahora sumidos en la pobreza aquí; el lugar del dinero y la esclavitud.

Qué le digo a tu mami, ella quiere verte, a tus hermanos; a quienes te queremos, que regresas a casa en unos días…

— ¡No! Diles que estoy bien…llorando y limpiando sus lágrimas.

—No quiero cuestionarte, pero recuerda a tu papá que luchó hasta los últimos instantes de vida, quiero que luches igual para superar estos instantes.

—Ella, me traicionó, me dejó así.

—Cuando lo dijo me encontré con varias experiencias similares de jóvenes que llegaron aquí recién casados y cuya pareja se quedó en Peto, pero al cabo de los años no pudo resistir la ausencia y se impuso la ley de la vida.

—No te fijes en ella, hay esperanza, eres joven.

— ¡Arux! Estoy viejo y cansado…

— ¡No! Nada amigo, eres joven.

— ¿Cuántos años tienes?

—Voy para los 44 años. Me duele todo mi cuerpo, vivo así, no tengo empleo y duermo donde llega la noche –entre que decía, a pesar del sol de este sábado alrededor de las 11 de la mañana sentí la heladez del viento y que me caló los huesos–, una vez tuve mi troca, un buen empleo, y ahora…

—¡Tornillo! Aquí está la comida, cuate, le dijo uno de los señores que llegó con bolsa en la mano, y pude ver que era algo de comida.

—A pesar de su hambre, sonrió, me miró de nuevo y me dijo, diles a ellos que estoy bien…No quiero regresar a casa, nadie me extraña ahí…

Escuchaba con dolor estas expresiones de un joven que un día llegó con futuro en estos lugares.

—Anímate, busquemos esos espacios en que coincidamos con otros de Peto, para que no sigas así, deja este vicio, queremos verte mejor y regresa a casa…Ahí tenemos algo de frijol y tortillas, pero hay techo y familia.

— ¡No! Arux, estoy bien así. Gracias por venir a verme. Me abrazó, apretó mis brazos, se dio la vuelta y se fue.

¿Por qué? ¿Dónde está nuestra comunidad para apoyarnos? No dejemos que estos seres extraordinarios sigan vagando y con penas. Cuántos petuleños que viven así en San Rafael, los amigos fueron los encargados en decirme que son muchos.

La falta de nuestras familias, al final el hecho de no tener familia cerca de nosotros, nos deja una huella profunda en nuestras vidas…no somos máquinas generadoras de dinero, sino de esperanzas.

Ese Dios en que en creemos, no sólo hay que rezarle, sino que hay que bajar la mirada al terreno de la realidad y acompañar a estos seres extraordinarios para que superen en su dolor y crean de nuevo de que hay esperanzas.

Verlos caminar, con una bolsa en la mano en donde hay poca comida, me partió el corazón de dolor. Gracias a todos los que hicieron posible estar en el lugar donde debo estar… y de esta forma constaté la realidad en que vive la gente oriunda de Peto (Yucatán, México).

Según reportes, en estos lugares viven más de 9,000 personas que un día salieron de este municipio.

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Experiencias de una visita y que no formó parte de la agenda académica al que fui invitado por una de las universidades de Estados Unidos, con el objetivo de impartir una charla en referencia a la situación y cómo los mayas viven su cultura, y qué alternativas hay en estos tiempos de grandes cambios.