Por Ernesto Arévalo Galindo

Quintana Roo.- “Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo… del miedo al cambio”.
Octavio Paz, poeta y ensayista mexicano.

El libro de las “Revelaciones” de la política en México no precisamente es un género literario, pero sí puede ser considerado profético. Los símbolos, los eventos y los procesos, han complicado la existencia de millones de seres humanos al grado de estar transitando en una pendiente muy profunda y pronunciada, casi vertical, cuyo destino final será el infierno.

Los cuatro jinetes del “Apocalipsis” cabalgan desde hace años a pesar de los cambios, distribuyendo plagas a toda la nación azteca. No olvidemos el número cuatro, porque representa a la “Creación”, por lo que las catástrofes están extendiéndose por toda la Tierra, ya que también el mundo está inestable ante tantas calamidades políticas, sociales, económicas y naturales.

Cada gaucho avanza con su alazán, este último con un color determinado como parte de su característica para cumplir con su misión respectiva. No son utópicos, son realidades, avanzando en los cuatro puntos cardinales de la geografía nacional.

El caballo “azul”: la guerra. Innecesaria, pero la guerra en México. La declarada por el expresidente Felipe Calderón Hinojosa al crimen organizado, sin estar debidamente “purificado” para erigirse como el “salvador” de una nación paulatinamente destruida desde sus propios cimientos morales durante los últimos años, porque con el presidente Enrique Peña Nieto la violencia, el secuestro y la muerte son el pan nuestro de cada día.

El caballo “rojo”: la pobreza y el hambre. Hoy, en México, los pobres sufren. Los pobres mueren de hambre. Políticos de las mayorías, encabezados actualmente por Enrique Ochoa Reza, traicionaron no nada más los principios de las luchas revolucionarias de principios del siglo XX, sino también al pueblo. Todo el poder, toda la justicia y todo el dinero son para ellos. Son el otro México de principios del siglo XXI, amparados por la corrupción y la impunidad.

El caballo “amarillo”: la enfermedad y la muerte. Hace muchos años, la izquierda representó la expectación de México. Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y Porfirio Muñoz Ledo formaron parte del grupo de excelentes pensadores políticos, pero la enfermedad llamada “ficticia” terminó por “matarlos”, desintegrando un real movimiento social que actualmente es una cúpula a favor de unos cuantos ignorantes, aglutinados en “tribus”.

El caballo “pantone”: la desgracia. Oculto detrás de la adversidad nacional está escondido el jinete de la supuesta regeneración nacional, cuyo nombre de mortal es Andrés Manuel López Obrador. El que presumiblemente vendrá acabar con la guerra, con la pobreza, con el hambre y, si alucina, con la enfermedad. Nada más le faltará la muerte, porque se siente eterno. Y sí, ha sido eterno, porque los demonios de la política lo han alimentado para escupir fuego a diestra y siniestra.

Las masas humanas están alteradas, angustiadas y llenas de odio. Al comienzo de la centuria creyeron y votaron por la transformación de México, porque en sus venas les fueron inyectadas dosis de esperanzas. Con sus palabras, políticos levantaron a los mexicanos de su aturdimiento pero con sus acciones, políticos los dejaron caer desde lo más alto y la caída fue atronadora.

¡Políticos! Ahora ellos, también son masas muy peligrosas, porque están inyectados con el veneno del miedo… del miedo al cambio.

Los gritos de espanto de los ciudadanos son aturdidores, porque no hay paz, sino terror. Aterrados, esperan la llegada del día ardiente. Los soberbios y los malvados serán paja, y prendido el horno del tiempo, el fuego los quemará hasta dejarlos sin raíz ni rama. Para que vivan, antes de partir, lo que es el infierno. El mismo al que han condenado a los mexicanos.

Vivimos los tiempos del comienzo de los dolores. Un político contra un ciudadano. Un ciudadano contra un político. Empiezan aparecer los “mesías” con sus actitudes de hipócritas, pretendiendo hacer creer al pueblo que ellos son la verdad, pero también predican mentiras. Son las épocas de tener cuidado para que nadie más siga engañando.

¿Será necesario volver a meternos en las cuevas de las rocas o en las grietas del suelo? ¿Cómo al principio de la existencia del ser humano? ¿Para sobrevivir a las “Revelaciones” de la política? ¿Para evadir a los cuatro jinetes del “Apocalipsis”?

¿Qué cara le daremos a la política?

¡Fin de los tiempos!

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