Mérida, Yucatán.- Este 1 de junio inicia en las costas del océano Atlántico la Temporada de Huracanes 2017, lo que “prende” los “radares” de las autoridades para la vigilancia cercana de todas las zonas de tormentas que se formen a partir de hoy sobre el mar que “alimenta” al Golfo de México.

Según los últimos pronósticos, se espera la formación de 17 tormentas (ya con nombre), de las que entre cinco y nueve pueden convertirse en huracanes, y entre dos y cuatro puede ser de gran magnitud, es decir, con vientos superiores a los 110 kilómetros por hora.

A pesar de que cada año, se “anuncia” la temporada, e incluso se publican pronósticos y hasta los nombres (ordenados alfabéticamente) que llevarán los fenómenos meteorológicos, pocos explican qué es un huracán y cómo se forman, así que aquí te lo decimos…

¿Qué es un huracán?

Si hemos visto algún remolino, el que se forma cuando metemos la mano en el agua y la giramos, nos daremos cuenta de que las fuerza que lleva el agua “va” sacudiendo o aventando todo lo que lleva a su paso.

Pensemos que eso que vemos girar en el remolino que hicimos, o sea, el agua, es viento y que “mezclado” con ese viento que gira hay agua de lluvia (gotas) y nubes. Con la fuerza que giran lo que “tenemos” es un tormenta.

Es es, en una palabra, un huracán: una tormenta, sólo que grandes dimensiones; de hecho, es la más grande de las tormentas.

¿Cómo se forman los huracanes?

Ahora bien, hablamos de viento, nubes y agua de lluvia que gira; en realidad, todo, podemos decir, se reduce a viento. Pensemos en que cuando metemos la mano al agua y la giramos, podemos hacer eso con los vientos, pero ahora la pregunta es ¿dónde está la mano que “mece los vientos”?

En realidad, esa fuerza se va dando por un fenómeno que nosotros no podemos ver, y ocurre apenas sobre el océano. Recordemos que aunque no lo podamos ver, arriba del agua hay materia: gases, por ejemplo.

Bien, el viento cálido sobre el oceáno comienza a subir por razones naturales, cuando se topa -a cierta altura- con aire frío, se va condensando y forma nubes; pero cuando ese aire o viento ya subió, aparentemente deja un espacio, pero en realidad, ese “espacio” ya lo ocupó otro viento, igual cálido y húmedo.

Se va haciendo una especie de “cadena”: viento caliente sube se enfría, y aire frío baja se caliente y vuelve a subir… como si fuera una danza que se va volviendo peligrosamente veloz, y la fuerza va creciendo.

La velocidad llega a ser tal que, como en el centro del remolino que formamos en el agua con la mano, en el centro se hace una especie de “ojo” que va “tragando” aire frío, y la fuerza va expulsando hacia afuera el aire húmedo.

Cuando apenas inicia, no se lo conoce como huracán, sino como sistema tropical, y conforme va subiendo de “tono” y se “organiza”, se convierte en depresión tropical y luego en tormenta; aquí es donde se le da nombre; si la fuerza y tamaño sigue aumentando, entonces ha nacido un huracán y con él un peligro inminente de pérdidas material y humanas si se acerca a zonas pobladas.

(Gráfica: Cortesía)

(LectorMx)