Mérida, Yucatán.- Los ingresos promedios de los trabajadores en Yucatán son de seis mil 365 pesos hombres y cuatro mil 941 pesos mujeres, situación que se complica para egresados universitarios, técnicos y especializados, ya que la actual planta productiva del estado no genera los suficientes empleos mejor remunerados.
El investigador del Centro de Investigaciones Regionales “Hideyo Noguchi”, Adrián Verde Cañetas, advirtió que la oferta educativa a nivel superior proviene de 186 instituciones de educación superior en el estado (a nivel nacional suman siete mil 222 públicas y privadas), cuyos egresados demandan empleos conforme sus estudios y sus necesidades económica para una vida digna.
Indicó que la oferta de carreras es tal que se requiere hacer realidad los proyectos de dinamismo económico, industrial y tecnológico del que tanta habla el gobierno del estado, de lo contrario, advirtió, la situación para esos jóvenes será todavía más complicada.
Al participar en el V Coloquio de Ciencias Sociales, indicó que la matrícula de educación superior en Yucatán en el ciclo 2015-2016 sumaban casi 70 mil estudiantes, en tanto que la cifra total de ocupación al segundo trimestre de este 2017 es de un millón 29 mil trabajadores, cuyos ingresos promedios son de cinco mil 653 pesos, menor al promedio nacional que es de cinco mil 823.
Como ejemplo de dicha oferta, mencionó que el Tecnológico de Mérida registró para el ciclo 2015-2016 un total de dos mil 479 aspirantes para sus 45 carreras, en tanto que la Universidad Tecnológica Metropolitana tuvo 868 aspirantes y la Universidad Autónoma de Yucatán cuatro mil 936 para 45 disciplinas.
Planteó que las alternativas para los egresados son tres: ser un profesional desempleado; asalariado precario (con agobio e incertidumbre), ser emprendedor o trabajador por cuenta propia.
Definió el perfil del profesionista desempleado: presenta ansiedad, estrés, depresión; transita de dos a cinco trabajos en un año sin encontrar estabilidad económica o prestaciones en los empleos, duda de su carrera, el trabajo le quita el sueño cuando lo pierde y cuando lo tiene.
Como asalariado precario, está ocupado con un mínimo de prestaciones, le alcanza apenas para subsanar sus necesidades económicas y menos familiares, busca un segundo empleo, considera adquirir “competencias adicionales”, busca certificaciones o trabaja para hace realidad los sueños de otro.
En cuanto a profesionista emprendedor, la ventaja que es dueño de su tiempo, interactúa con su red de contactos, le alcanza apenas para subsanar sus requerimientos económicos, busca un segundo empleo o adquirir competencias adicionales o trabaja para construir los sueños de alguien más.
(Jesús Mejía)