Por Ernesto Arévalo Galindo

En Cozumel se habla de “identidad”. En Cozumel se habla de “honestidad”. En Cozumel se habla de “fuerza”. En Cozumel se habla de una “isla inteligente”. En Cozumel se habla de una “sociedad responsable”. En Cozumel se habla de una “comunidad segura”. Parecemos presos mayormente ilusionados, porque algún día recuperaremos nuestra libertad. Parecemos nubarrones condenados al viento, porque no tenemos rumbo fijo.
¡No somos perfectos!

La “identidad”, la “honestidad”, la “fuerza”, la “isla inteligente”, la “sociedad responsable”, la “comunidad segura” no solamente son palabras pronunciadas por políticos vacíos, sino también argumentos utópicos, porque nada es real. Algo sí es muy cierto; la pérdida de tiempo, pensando en el cielo o en el infierno.

El novelista peruano Mario Vargas Llosa puntualizó que “la utopía no es realizable, la sociedad perfecta no existe ni va a existir, básicamente porque es imposible que la idea de la sociedad perfecta coincida en dos seres humanos. Varía con cada individuo, cada uno nos la creamos sobre la base de nuestras fantasías particulares, nuestros deseos, nuestra psicología. No se puede universalizar una idea de la felicidad, es cosa de fanáticos”.

Peor es aún, cuando esas dos personas que son responsables de gobernar y desarrollar políticas públicas, refiriéndome al gobernador Carlos Joaquín González y a la alcaldesa Perla Tun Pech, nunca se han puesto de acuerdo para visualizar una sociedad en desarrollo generando “discordancia”, “deshonestidad”, “debilidad”, “ignorancia”, “irresponsabilidad” e “inseguridad”.

La democracia nos pagó mal. ¡Muy mal! Porque ambos políticos fueron elegidos mediante el voto libre y secreto, a pesar de las presiones y amenazas del sistema hacia los electores. ¿Qué pasó? ¿El pueblo tiene lo que merece? ¿Los habitantes tienen los gobernantes que se le parecen? Sobre esto último, basta aclarar la no pluralización.

El cambio, una promesa de campaña, terminó siendo un engaño. El cambio no existe ni va a existir como lo plantearon los entonces aspirantes al gobierno de Quintana Roo y a la presidencia municipal de Cozumel. No coinciden y nunca van a coincidir. Nos la creímos. Todo fue fanatismo.

¡Utópico!

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