Mérida, Yucatán.- El primero de los 1,500 aficionados que llegaron al Monumento a la Patria, en Mérida, para celebrar el triunfo de la Selección Mexicana en el Mundial de Fútbol, arribó 15 minutos antes del silbatazo final.

No llevaba ni bandera, ni matraca, ni trompeta; si acaso su playera verde (aunque la Selección había jugado de blanco).

Mucho antes que él, habían llegado los ambulantes y, por supuesto, los policías. Por lo menos unos 40 rodearon el Monumento a la Patria, detrás de vallas de metal, para evitar que los aficionados se subieran.

Para ellos, los aficionados, estaba la calle, hirviente, en medio de un sol que rajaba piedras. Tal vez por eso, la primera ‘oleada’ de yucatecos se instaló bajo unos árboles, en el lado oriente del Paseo de Montejo.

Familias completas, perro incluido en algunos casos; la mayoría no llevaba rostro de alegría, ni de euforia, sino de tranquilidad.

Porque muy pocos de ellos pensaron que una pobre selección, que no caminaba, iba a calificar a la segunda ronda y, con 2 triunfos, sobre combinados difíciles, uno de ellos, el campeón del mundo. Quizás por eso fueron llegando por goteo.

Cierto, durante las más de 3 horas que duró el festejo el ambiente se encendió, primero por algunos descamisados que patrocinan una marca de cerveza; pero aún así el festejo de este sábado se quedó corto comparado con el de la semana pasada, tras el triunfo contra Alemania.

Un solitario guitarrista se arrancó con 2 emblemáticas canciones mexicanas: “El Rey” y “Cielito lindo”, que un grupo de aficionadas gritaron -que no cantaron- hasta degañitarse. Reían, pero el esfuerzo casi les sacaba las lágrimas por el esfuerzo.

Para entonces, ya había llegado el invitado inevitable y peligroso: el alcohol. Algunos aficionados, que ya venían encarrerados con cervezas, se dieron gusto bebiendo para “brindar” por el triunfo.

Al terminar esos “cánticos”, la mayoría de la gente comenzó a retirarse, y solo quedaron los más “entonados” con el alcohol.

El festejo fue raro porque fue pobre, comparado con el de la semana pasada;  porque hasta la batucada llegó tarde, es decir, cuando en el lugar quedaban, si acaso, unos 300 aficionados.

La gente que se juntó “alcanzó” para dar unas 4 o 5 vueltas al Monumento, y también hay que decir que, por momentos, los ruidos de trompetas, matracas, gritos, cantos, fue ensordecedor. Pero nada más eso.

Sí, al festejo le hizo falta ángel, porque, en el fondo, muchos de estos aficionados saben que no se ha ganado nada, aunque ellos den mil vueltas con la réplica de una Copa del Mundo que, como el festejo, no tiene ningún valor…