Mérida, Yucatán.- Una de las “constantes” en las muertes por influenza AH1N1 en Yucatán, en la epidemia 2018, fue que las víctimas no estaban vacunadas, a pesar de que formaban parte de los llamados grupos “blancos” o de riesgo.
El otro “problema” es la llamada comorbilidad, que se refiere a otra enfermedad o enfermedades presentes cuando se da el contagio; en la mayoría de los casos, la obesidad y la hipertensión arterial son las más comunes en los casos mortales.
Pero en los sucesivos informes sobre la epidemia, Salud ha insistido en que la vacuna evita la complicación y, por ende, la muerte; sin embargo, el alcance es limitado por 2 razones:
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- Solo se aplican poco más de 600,000 dosis.
- El periodo en el que se aplica el biológico no coincide con la temporada en que se da más los casos
En Yucatáan, según un estudio en el que participó la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady), ocurre en la temporada de lluvias, es decir, entre junio y septiembre.
Salud ha insistido en que la vacuna que se aplica en el periodo octubre-marzo protege a la población de posibles brotes, pero no aclara por qué no ha pedido al Gobierno federal que -tal como ha recomendado la Uady- se cambien las fechas de vacunación para la Península.
La directora del laboratorio de Virología de la unidad médica del Centro de Investigación Regional (CIR) “Dr. Hideyo Noguchi”, de la Uady, Guadalupe Ayora Talavera, confirmó que “cambiar vacunación para la península sería más efectivo”.
“Sin embargo, para tener certeza total sobre esto, se requieren estudios que analicen por períodos largos de tiempo, es decir, tres a cinco años, los virus que están circulando y como responden a las vacunas que se aplican”, advierte.
La especialista fue entrevistada sobre el trabajo que ha realizado el “Hideyo Noguchi” para colaborar en el control de esta enfermedad, que hasta la semana epidemiológica 35 ha dejado 29 muertos en Yucatán, 8 en Quintana Roo y 2 en Campeche.
Durante más de 10 años, el laboratoria de Virología trabajó en la vigilancia epidemiológica, que pudo determinar:
- Temporalidad del virus y de la sintomatología
- Características de los virus que circulaban
Esto ayudó a que, en 2004, la vacuna se incluyera para niños de hasta 5 años de edad y adultos mayores a 60 años, en el esquema de vacunas nacional.
En 2008, una año antes de la pandemia, el enfoque del trabajo del laboratorio cambió hacia la investigación básica:
Propiedades del virus que le permiten infectar animales y al ser humano
- Mutaciones en algunos virus y si éstas afectan cómo infecta el tracto respiratorio
- Resistencia a los actuales antivirales (no se han encontrado virus resistentes en Yucatán)
Una de las líneas de investigación que sobresale es la de las plantas de Yucatán (flora endémica) que tiene propiedades antivirales, que durante 8 años se ha realizado de la mano de Teresa Ayora Talavera (Ciatej) y Rocío Borges (CICY)
Aunque la investigadora no precisó cuáles son las plantas, dijo que sí han hallado compuestos que, “en condiciones de laboratorio muestran actividad contra el virus de influenza”.
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Hasta ahora, los resultados no permiten el uso de los componentes de estas plantas como tratamiento médico porque se requieren más pruebas que no se realizan
También se ha trabajado, con farmacéuticas, en el desarrollo de vacunas para el área animal, pero tampoco dio detalles sobre las aportaciones de la Uady.
Otro de los hallazgos importantes en los que participó la Uady fue en que el virus “atacaba” más en temporada de lluvias en la Península de Yucatán, a diferencia del resto del país, en donde la temporada invernal es la más “activa”.
Se le ha cuestionado al actual secretario de Salud, Jorge Eduardo Mendoza Mézquita, sobre si es posible cambiar el periodo de vacunación en la región, pero su limitada respuesta ha sido que el biológico que se aplica entre octubre y marzo protege a los yucatecos.
Pero la Uady considera que cambiar el periodo de vacunación puede ser más efectivo, aunque reconoce que, para hacerlo, se requieren más estudios, cuando menos de entre 3 y 5 años para comprobar incluso la efectividad de las vacunas sobre los virus que circulan.