Mérida, Yucatán.- Más de 300 años de historia de Yucatán, en documentos oficiales de gobiernos, ayuntamientos, juzgados y Congreso del Estado están perdiendo la batalla contra 2 enemigos invisibles: el tiempo y la indiferencia.
Sin embargo, el mayor riesgo que enfrenta el Archivo General del Estado (AGEY) es que se ubica en instalaciones inadecuadas, ya no solo por la alta humedad -que acabar por pulverizar los documentos– sino por el riesgo de incendios.
Aunque el edificio, ubicado en una de las ‘alas’ del exhospital “Agustín O’Horán”, en Mérida, cuenta con equipo contra incendios (detectores de humo), sólo el área de resguardo lo tiene; el resto, se maneja con equipo manual (extintores).
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Además, en caso de que el fuego surja, el agua de todos modos dañará los documentos, explica el director, Enrique Sosa Mendoza, quien advierte que, además, el edificio ya es insuficiente para la cantidad de documentos que resguarda.
El funcionario fue entrevistado respecto a las medidas de seguridad para evitar la pérdida de los documentos que guardan parte de la historia de Yucatán, en el contexto del reciente incendio del Museo de Historia Natural, en Brasil, donde se perdieron muestras cuyo valor es incalculable porque son irrepetibles.
Es el mismo caso de los documentos que tiene bajo su cuidado el AGEY: sólo 600 mil documentos están respaldados en formato digital; en caso de siniestro, unos 19.5 millones de documentos pueden perderse.
Digitalizar los documentos es una buena parte de la solución, pero al AGEY apenas si tiene gente para la operación diaria, es decir, la consulta pública y la restauración; por su fuera poco, el rescate de documentos -una labor de cirujano- se está perdiendo porque los expertos ya son viejos y están por jubilarse.
A estos 2 problemas que están empeorando el “ocre” (color que adquieren los documentos viejos) panorama de AGEY se suman otros que el propio director, en una larga charla, expone:
- La ‘invisibilidad’: los archivos históricos, en este caso el AGEY, no están “olvidados” sino “invisibles”. No sólo los gobernantes (está bajo tutela del Gobierno del Estado), sino la sociedad “ni siquiera lo tiene presente”.
- Bajo presupuesto: Al año, en esta administración (y tomando en cuenta que se nivelaron salarios a casi todos los especialistas), el presupuesto fue de 8 millones de pesos, y la mayoría se va para pago de salarios.
Esto implica que no puedan rescatarse documentos valiosos, porque el costo es alto. - Malas condiciones del edificio: la elevada humedad, la falta de espacios y la poca vigilancia que hay en el lugar, vuelven el AGEY vulnerable a la pérdida y robo de documentos.
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Con base en esto, el funcionario cuestionó qué están haciendo sociedad y gobierno para preservarlo, bajo qué condiciones está y, en sentido figurado, qué “calidad de vida” se le procurar a los documentos históricos en Yucatán.
Explicó que conservar bien los documentos públicos -como se pretende con las nuevas leyes de transparencia y de archivo- puede ser un antídoto contra la corrupción, porque se ordena y se sistematiza la actuación de los funcionarios.
En ese sentido, destacó que las nuevas leyes sientan las bases para que cada funcionario relacionados con la preservación de información haga su parte y, en su defecto, tenga consecuencias.
Dijo que el cambio en las leyes permitirá una mejor clasificación de los documentos, de tal manera que al llegar al Archivo no tengan que reordenarse. Sin embargo, el AGEY requerirá de apoyo y personal capacitado porque vienen nuevas obligaciones, pero ya traen un rezago en la clasificación de documentos.
De acuerdo con Sosa Mendoza, el reto para el próximo director del Archivo es no cambiarse de sede sino construir un edificio especial, dotado de todas las medidas de seguridad para prevenir siniestros, pues de nada sirve tener los sistemas antiincendios si de todos modos habrá daño en los archivos.
El funcionario hace una analogía médica para resumir la situación del AGEY: es como el “ADN” de los yucatecos, es “irrepetible” y debemos preguntarnos “¿qué hacemos para darle el lugar que merece? ¿Qué calidad de vida de le estamos dando a los documentos, a la historia (de Yucatán)?”