Mérida, Yucatán.- La principal pirámide maya de Toniná, Chiapas, con sus 75 metros de altitud, es la más grande de Mesoamérica y supera a las de Cholula (65 metros), la del Sol de Teotihuacán (64 metros), Calakmul (55 metros) y la de la Luna de Teotihuacán (43 metros).
Ana Beltrán, curadora de la exposición “Pirámides, montañas sagradas”, en el Museo Regional de Antropología Palacio Cantón, resaltó la monumentalidad de las construcciones en Mesoamérica.
Además de Toniná y Calakmul, destacan las de El Jaguar de Tikal (45 metros), Nohoch Mul de Cobá (42 metros), Kinich Kakmó de Izamal (35 metros), El Castillo de Chichén Itzá (30 metros) y Templo de las Inscripciones de Palenque (26 metros). Los arqueólogos están por confirmar la inclusión de La Danta de El Mirador de Guatemala a la que se le calcula 70 metros de altura.
Como punto de comparación, las pirámides de Egipto tienen las siguientes altitudes: Keops, 146.5 metros de altura; Kefrén, 143 metros, y Micerino, 66 metros.
Ana Beltrán mencionó que esas imponentes edificaciones prehispánicas, que reúnen el significado y la sacralidad del mundo antiguo mexicano, representaron para los antiguos mexicanos la visión del cosmos, el centro del universo de donde todo emana, la morada de los dioses.
Son también documentos materiales de sociedades complejas que mediante la organización y el esfuerzo comunitario construyeron imponentes obras que todavía maravillan al mundo, indicó la curadora.
Las pirámides son las construcciones más emblemáticas del paisaje arqueológico mexicano y piezas claves en la construcción del imaginario de nuestra identidad, llena de simbolismos.
La palabra pirámide proviene del nombre griego “pyramis” con el que se designaba un pequeño pan de trigo con caras triangulares unidas en su punta superior. Tras los hallazgos en Egipto, se llamó pirámide a esta forma constructiva que se alza hacia el cielo y está presente en nuestros días en diversas culturas alrededor del mundo.
Para poder erigir los sitios monumentales, las antiguas sociedades mesoamericanas transformaron el espacio y utilizaron materiales e instrumentos que les permitieron convertir las simples acumulaciones de tierra y piedra en construcciones plenas de simbolismo.
Los primeros basamentos de hace más de tres y medio milenio fueron estructuras compuestas de barro construida por los olmecas, porque realmente en algunos casos el cerro se intervino para darle forma con el paso del tiempo.
(Jesús Mejía)