Mérida, Yucatán.- ¿Y esa quién es? -preguntó un ingenuo joven que estaba a unos cuantos metros del escenario donde cantaba el primer plato fuerte del Festival de la Trova: Rosana…

-¿Y de dónde es? -lanzó la segunda pregunta ingenua de la noche… “De España”, le contestaron las 2 damas de adelante.

“.. Si me das de tu boca, de tu boca bebo
a sorbitos agua del cielo”…

Así sonaba en ese momento la tercera canción de la noche, en el escenario principal del festival, colocado en el cruce de las avenidas Pérez Ponce y Paseo de Montejo, frente a un supermercado al que la gente entró esta noche sólo con un objetivo: ahorrarse lo más de 1,000 pesos que costaba la zona dorada para ver a la cantante.

Pero esa gente al menos ayudó a “subir” un poco la asistencia que fue pobre al principio, pero que mejoró conforme avanzó el concierto, cuyo arranque fue más bien incierto:  primero, porque se atrasó media hora y, después, porque Rosana tuvo que detener su apertura para animar al público.

Quizás amilanados por el viento frío que ya soplaba con fuerza, el público no estaba prendido, así que la cantante -quien sólo apareció con su guitarra, sentada en una suerte de lobby, que intenta ser un escenario, se paró; dialogó con el público y luego volvió a comenzar desde el principio, como “retrocediendo” la canción: “Vamos a hacer como que yo llegué de nuevo, y empiezo”…

“El talismán de tu piel me ha dicho
que soy la reina de tus caprichos”

Ya un poco más animada, la gente le hizo los coros a la originaria de Lanzarote, Islas Canarias, de tal manera que ahora sí pudo cantar “Contigo”, con el público.

Extrovertida, campechana, divertida, Rosana se mostró como siempre en sus conciertos: como en casa, porque más allá de la apatía inicial de su público, ella siempre buscó formas para interactuar, para no dejar que las 4,000 personas que aguantaron la “heladez” por una hora y media se fuera contenta.

Como cuando dijo que no podía evadir algo que siempre hacía en cualquier presentación sin importar el país: acercarse a cantarle a su público. Pero hizo una aclaración, antes de bajar del escenario: lo normal es que los músicos sigan tocando, pero como no había músicos, lo hizo a capela.

No fue una sino 2 canciones, aunque sin extenderlas mucho, las que se aventó tocando manos, dando abrazos, tomándose ‘selfies’, regalando besos. Prácticamente todos “bebiendo” de ella, con “Bebes de mí”; y “Sin miedo”.

También se dio tiempo para divertir a su público riéndose de sí  misma, pero no contando chistes, sino imitando al público cuando, sin saber, intentaban cantar el coro de lo que es quizás sus balada más famosa “Si tú no estás aquí”. Para no errar, creó rápidamente un código para que, con señales, los fanes supieran cuál de las 3 estrofas seguía…

No quiero estar sin ti…
Si tú no estás aquí me sobra el aire
Si tú no estás la gente se hace nadie
Si tú no estás aquí me falta el sueño
De nuevo, un momento divertido, de hilaridad, que comprobó nuevamente que Rosana -de 55 años y con una carrera de más de 30- tiene algo que muchos cantantes no tienen y que sobrepasa incluso su calidad vocal: le gusta lo que hace…
Al final, es de esas intérpretes que cantan sin esperar que la escuchen, como cuando uno tararea una pegajosa canción en la radio…
Deseo que todo te vaya de lujo. No espero visita
Así que no vayas, que pa’ ti no estoy. Yo pa’ ti no estoy