Mérida, Yucatán.- Contrario a los nahuas-aztecas con su predominio del macho sexual, e incluso ridiculizaban a los vencidos y prisioneros al vestirlos con indumentaria femenina, entre los mayas la relación entre hombres y mujeres eran complementaria como el día y la noche.

La especialista del Centro Investigaciones Regionales (CIR) Hideyo Noguchi de la UADY, Georgina Rosado, destacó lo anterior durante su exposición en la Semana Cultural de la Diversidad Sexual, al señalar que, de acuerdo con estudios, los antiguos pobladores mayas no concebían las relaciones sexuales entre hombre y mujer como un combate.

La “naturalidad” o forma positiva de concebir la sexualidad entre los mayas fue representada en códices, estelas y demás, ligada ya sea a la reproducción humana o únicamente al placer, ideas que fueron combatidas durante toda la Colonia.

A diferencia del hallazgo del Templo Mayor de la antigua Tenochtitlán, en el que Huitzilopochtli destaza o desmiembra a su hermana, la diosa de la luna, la Coyolxauhqui, entre los mayas la diosa Ixchel era adorada por Itzamná, dios todopoderoso creador del mundo, indicó.

Incluso, ambos dioses tuvieron trece hijos: Yum Kaax, dios del maíz; Ek Chuah, dios del cacao, la guerra y benefactor de los mercaderes, y los dioses de los sacrificios y de las estrellas, además de hijas que fueron las diosas del paraíso, las aguas y la noche.

En Mesoamérica y sobre todo en el área maya, el pensamiento no aceptaba la posibilidad de seres puros; todo lo existente, aun los dioses, era una mezcla de las esencias de lo masculino y lo femenino, puntualizó en su ponencia titulada “Mitos y costumbres ancestrales mayas relacionadas con el cuerpo, género y sexualidad”.

Esta concepción de la unidad dual se corrobora en el Popol Vuh, donde a K’ucumatz, se le menciona como padre y madre de la vida y la creación, corazón del cielo, en tanto que el dios Maíz (Ixiim, Ix mujer iim seno), comparte ambos géneros y lleva un tocado de tiburón, asociado con las mujeres.

Otro ejemplo fundamental de esta dualidad lo encontramos en el Códice Dresde, donde se describe a Itzamná, como un dios andrógino, representado con indumentaria de mujer y arrojando agua desde una vasija, con lo cual se destaca su función genérica femenina, agregó.

En su exposición sobre aspectos de la sexualidad y el género entre los nahuas prehispánicos, la antropóloga Míriam López Hernández indicó que dicha población asumió desde la etapa del nacimiento prácticas y normas que fortalecieron la heterosexualidad y se reproducía en códices la imagen del bebé con utensilios asociados al género.

Sin embargo, dijo, los nahuas-aztecas ridiculizaban a los contrarios derrotados vistiéndolos con ropas de mujeres, la esfera despreciada de la feminidad y la homosexualidad.

“Un pasaje cuenta que un consejero real fue enviado por Moctezuma Ilhuicamina a pelear en contra de los tarascos, pero huyó del campo de batalla, por lo que fue castigado: se le vistió con ropas de mujer, fue exhibido en el mercado y se le castró para que no pudiera reproducirse”, citó.

Entre los aztecas prevalecieron los conceptos fuerte, activo, valiente, penetrador, dominante y vendedor asociado a los masculino, en tanto que lo débil, pasivo, cobarde, penetrada, sumiso y vencido a lo femenino. Los varones se desarrollaban en el ámbito público, las mujeres en el doméstico: ese era el esquema para la supervivencia, remarcó.

Los trabajos de la 18 Semana Cultural de la Diversidad Sexual, orientado principalmente al México antiguo, continuarán hasta el jueves 16 de mayo con presentaciones editoriales, conferencias magistrales y páneles en el auditorio Manuel Cepeda Peraza de la UADY.

Los detalles pueden consultarse en la página https://ceasmexico.files.wordpress.com/2019/05/programaxviii-semana-cultural-de-la-diversidad-sexual.pdf

(Jesús Mejía)