Mérida, Yucatán.- Con un viaje en el tiempo, en el que situó a los espectadores en un poblado de la isla italiana de Sicilia de fines del siglo XIX, y el desarrollo de un drama de amor, infidelidad y celos con un desenlace funesto, la Orquesta Sinfónica de Yucatán (OSY) presentó con expectativas de éxito la ópera Cavallería Rusticana.
En apuesta a la fascinación del público por la escenografía, el vestuario y la música en la producción que dirigió Ragnar Conde, con Juan Carlos Lomónaco en la música y Eugenia Guerrero en los coros, la puesta en escena impactó favorablemente a la crítica a unas horas de la primera función este viernes 14 de junio.
Para un público que prefiere lo convencional, lo tradicional del género, sin los cambios, audacias o minimalismos en que han incurrido compañías operísticas de Europa y Estados Unidos, el Fideicomiso Garante de la OSY ofreció una producción lúdica, al gusto de los espectadores que prefieren lo consolidado.
Durante muchas horas, tanto el director de escena, Ragnar Conde, como el responsable de escenografía, Óscar Altamirano, y el de iluminación, Carlos Arce, revisaron desde los asientos todos los detalles, la plaza, la casa de Mamma Lucia, el espacio para la procesión de La Dolorosa en el Domingo de Pascua y la iglesia.
Gabriel Ancira puso mucho de su parte en atraer la mirada de los espectadores al vestuario, el cual le llevó horas de investigación y mucho trabajo en los talleres de confección con apoyo de costureras para lograr la verosimilitud en la ropa que utilizaban los habitantes sicilianos del final del siglo decimonónico.
El negro en el arroz fue el tránsito de golpe, de la escena en que Santuzza, personaje central que encarnó la soprano Eugenia Garza, busca a Turiddu, a la procesión de la Pascua en la fiesta de la Resurrección, que fue como cambiar de un canal de televisión a otro.
En otras producciones, la parte final tiene como escenario una taberna o cantina donde ocurre el brindis, el inminente enfrentamiento entre los dos hombres por la infidelidad de una mujer y el reto a sostener un duelo a muerte, que en este caso no hubo tal ya que se utilizó el mismo escenario.
La primera representación hecha para la prensa –la noche de miércoles– tuvo como protagonista principal, en el campo de la lírica, a la soprano Eugenia Garza, quien dueña de una tesitura acorde a la historia –soprano dramática– y de un destacado desenvolvimiento actoral en el papel de Santuzza, cautivó al público de principio a fin y se llevó el mayor de los reconocimientos.
De acuerdo con el libreto, Turiddu, personaje que llevó el tenor Rodrigo Garciarroyo, buscó en su retorno al pueblo –después de dar servicio a las armas– a Lola (Lydia Rendón), a quien había jurado fidelidad, pero ya se encontraba casada con el arriero Alfio, por lo que enamoró a Santuzza y con ello reunió a los protagonistas del drama.
Alfio, en la voz del barítono Jesús Suaste, tuvo la prestancia, el carácter, la bonhomía del personaje, cuyo grito de venganza proclamó al conocer la infidelidad de su esposa a causa de Turiddu.
La música le dio tensión a la proximidad de la tragedia. El espectador guardó silencio ante los gritos de los pobladores que declaran a gritos la muerte de Turiddu.
Con este drama, característico de todas las óperas, excepto las bufas o divertidas, el público salió fascinado, con el augurio de que la OSY tendrá en las próximas cinco representaciones previstas, del 14 al 22 de junio, el éxito en taquilla y en el escenario del Teatro Peón Contreras.
(Jesús Mejía)