Por: Jesús Mejía
Mérida, Yucatán.- Con enconos, agravios, acusaciones, baja participación de militantes y cuestionamientos a la transparencia y limpieza de la elección interna concluyó prácticamente el proceso de sucesión de la dirigencia nacional priista, que sigue sin hallar la brújula para recuperar su competitividad en el campo político.
Fue tal el desaseo de la jornada, la inconsistencia del padrón de militantes y la ausencia de datos claros y contundentes a partir del reporte de sus representantes partidistas, que “Alito”, mejor dicho, el ex gobernador de Campeche, Alejandro Moreno Cárdenas, se declaró triunfador con base en encuestas de salida de Consulta Mitofsky.
La firma de Roy Campos colocó la víspera al ex mandatario con un 80 por ciento de las preferencias, seguido de Ivonne Ortega con 15.2 por ciento y Lorena Piñón con 3.9.
Diezmada su militancia tras la más aplastante derrota política electoral en las elecciones de 2018, el PRI, lejos de aglutinarla, cohesionarla e impulsar la unidad, la dividió y confrontó con sus propios candidatos en sus dos debates y en la elección.
Se dieron con todo: acusaciones personales, denostaciones, amenazas judiciales, y al final, en la jornada, descalificaciones y denuncias de irregularidades al proceso electoral provenientes, sobre todo, de Ivonne Ortega.
El enemigo del PRI siempre estuvo dentro, no fuera.
Pese a mostrarse como una fuerza viva, latente, interesada en retorno a la tendencia ganadora del PRI, la militancia volvió a ser la gran perdedora y la más afectada por este trance entre candidatos porque, uno, tuvo candidatos que se comportaron como perros y gatos en un costal, y dos, porque fue marginada del proceso, ya que muchos no pudieron votar por no figurar en un padrón actualizado.
Independientemente de los resultados que dé a conocer la Comisión del Proceso Interno del CEN del PRI, la derrota de Ivonne Ortega fue cantada por la propia ex gobernadora: mediante redes sociales reconoció haber perdido la elección y, como si no hubiera pasado nada, llamó a sus seguidores a continuar con ánimo la lucha partidista.
No hubo de la política de Dzemul ningún mensaje de felicitación a “Alito”, quien ayer hizo lo que tenía que hacer: llamar a la unidad partidista, a ofrecer espacios de participación política en el PRI a las dos fórmulas perdedoras y erigirse como una oposición responsable ante las políticas del gobierno federal.
Le costará mucho a Alejandro Moreno Cárdenas recoger lo que queda del PRI: un partido dividido, fracturado, enfrentado por sus propios aspirantes, con militantes y simpatizantes en el desánimo y el escepticismo, un Parque Jurásico en peligro de extinción y un panorama político en el que el PRI no tiene ni perro que le ladre.