Mérida, Yucatán.- El psiquiatra Gaspar Baquedano López rechazó culpar y satanizar a los jóvenes involucrados por la psicosis desatada en redes sociales por una broma sobre un supuesto atentado, que derivó en la suspensión parcial de actividades en el Campus de Ciencias Exactas e Ingenierías de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY).

Ni las redes sociales y las nuevas tecnologías ni el “Joker” (personaje de una película que describe su perfil psicópata) son culpables de esa situación, señaló el ex director del Hospital de Psiquiátrico de Yucatán.

El especialista habló de descomposición social y pérdida de valores como factores preponderantes en ese tipo de hechos, en los que son responsables tanto el sistema educativo, incluidas las propias instituciones de educación superior, como la familia y la sociedad en general.

Explicó que la universidad se dedica a instruir y formar nuevos profesionistas, y los padres a ser proveedores, pero en ambos casos nadie procura formar e inculcar valores ni procura una atención personal, cercana, humana con los jóvenes, asentó en entrevista.

Las nuevas generaciones –agregó– carecen del apoyo, orientación y atención de las instituciones educativas y de sus familias y, al enfrentar experiencias de crisis económica y emocional, desencadenan conductas que la sociedad juzga como inapropiadas.

Lo anterior es evidente en las redes sociales, donde se ven y se leen situaciones denigrantes, de crisis individual, social, de ausencia de valores, reflejo de una sociedad enferma, describió el también director de la Escuela de Conciencia (ECO), que atiende y orienta a jóvenes en situación de crisis.

Pero no son las redes sociales ni las nuevas tecnologías las culpables, recalcó el especialista, sino “la sociedad que de alguna manera los crea y luego los condena”.

Contrastó la necesidad de inculcar en las nuevas generaciones la importancia del ser y no del tener, ya que, al no hacerlo y no alcanzar el estatus económico y social, caen en frustración y depresión.

Baquedano López recomendó a los padres mantener mayor diálogo con los hijos en lo referente a los valores y no sólo ser proveedores, y a las instituciones no ser sólo transmisores del conocimiento, sino establecer mayor contacto personal con los alumnos para apoyarlos en su formación integral y sus aspiraciones personales.

(Jesús Mejía)