Mérida, Yucatán.- Lejos de desaparecer, el organillero, personaje que se hiciera popular en las céntricas calles de la Ciudad de México desde la época del porfiriato, expande su presencia en otras ciudades del país.
El peculiar el instrumento musical portátil inventado a principios del siglo XIX en Inglaterra, que funciona a base de un fuelle y un rollo con incrustaciones metálicas que al girarlo emite sonidos gracias a un sistema de teclados, escucha en calles de Mérida.
Su portador, Gabriel Rivera, con el característico uniforme color caqui y gorra, llegó a Mérida con su caja musical con conocidas canciones mexicanas como “Las Mañanitas”, “Amorcito corazón”, “Cien años”, “Bonita” y “Hermoso cariño”.
Con su infaltable acompañante de peluche, un mono marrón sin cola conocido en el mundo de la animación como “Jorge El Curioso”, el hombre mueve la manija en la esquina de las calles 60 por 61, desde donde atrae las miradas de transeúntes incluso de familias completas.
Este personaje, que es más peculiar en la Ciudad de México, informó que ahora está de visita en Mérida con el fin de dar a conocer tanto el instrumento como los sonidos que emana, de invención, aseguró, alemana, aunque información de Wikipedia menciona su origen en Gran Bretaña.
Gabriel Rivera dijo pertenecer a un gremio de 600 organilleros que tienen como centro de actividades la capital del país y se niegan a desaparecer, por lo que una decena decidió viajar a las ciudades más importantes de la República.
El organillero, agregó, se hizo popular en las películas de Pedro Infante y en otras sobre las calles y barrios de la Ciudad de México, de ahí que es parte de la cultura urbana.
Expuso que gracias al apoyo económico de la gente ha podido costear sus viajes y estancias, e incluso, reveló, prevé viajar el próximo verano de 2020 a Berlín, Alemania, para participar en una convención internacional de organilleros.
La idea, manifestó en entrevista, es compartir experiencias y aprender más acerca de este oficio al que ha dedicado cerca de 10 años de su vida.
Rivera declaró estar agradecido con esa actividad, que es respetada en la Ciudad de México, donde nunca, aseguró, ha sido asaltado y lo mismo ha ocurrido en todas las urbes que ha recorrido con su organillo.
Apenas da vuelta a la manija, la música capta y cautiva a los transeúntes, quienes se detienen a escuchar y observar lo que para muchos, sobre todo entre los niños y jóvenes, es un extraño aparato, el organillo decimonónico, con su ejecutante.
(Jesús Mejía)