Por Carlos Marí
Tepetitán, Macuspana.- Apenas llegó el contingente militar al albergue principal de esta villa, que se encuentra inundada por la creciente del río Tulijá, la tarea principal que asumió fue no sólo ayudar a familias a salir y sacar sus pertenencias de viviendas que hay en el poblado, sino también rescatar a las personas que encuentran río abajo.
Tepetitán no sólo es ahora conocido por ser el pueblo natal del presidente Andrés Manuel López Obrador, sino por ser el último reducto donde más pega la creciente en Macuspana, como consecuencia de las torrenciales lluvias en la zona norte del vecino estado de Chiapas, como por el paso de los frentes fríos 9 y 11 por la planicie tabasqueña.
Por la contingencia de inundaciones en Tabasco, las autoridades han reportado más de 141 mil personas afectadas por el desbordamiento de seis ríos, entre ellos el Carrizal, Viejo Mezcalapa y Grijalva, que impactaron zonas urbanas periféricas de Villahermosa, como rancherías y poblados de gente pobre.
En el caso de Tepetitán, una villa que cuenta con mil 500 habitantes que en su mayoría se dedican a la ganadería y a cultivos, se trata la mayor inundación registrada en la zona por los menos en los últimos 60 años.
“Por el desbordamiento del Tulijá, ya tenemos cuatro días que estamos en el agua, y es una inundación histórica, porque nunca antes se había inundado la villa como ahora. Sí se había inundado una parte, pero por primera vez se fue completamente al agua”, comentó el delegado municipal Norberto Alamilla Pérez.
Por eso, la tarea de los militares de rescate en el Tulijá no les es fácil, sobre todo cuando con la creciente, se ha convertido en río sumamente caudaloso y sus aguas cubren grandes extensiones de ranchos ganaderos y cultivos.
El rescate río abajo
Tan sólo para rescatar a una familia que se encontraba a 6 kilómetros río abajo de la cabecera municipal, a la altura del poblado Castro Güiro, significó más de dos horas y media, aun cuando se contaba guía del lugar.
A pesar de que el recorrido se realizó con una lancha con motor fuera de borda, el problema no fue la capacidad de desplazamiento, sino atravesar los escollos desatados por la creciente.
En el trayecto, plantaciones, cercas de rancho que ahora están por debajo del espejo de agua, cableados de energía eléctrica que anteriormente estaban con suficiente altura y son peligro para transitar en embarcaciones.
Al atravesar las carreteras, la lancha militar se topó también con un deslizamiento en forma de rápidos, y al intentar acortar una ruta por arroyos, se encontraron con palos flotando que obligaron a dar revés.
En la trayectoria al poblado Castro y Güiro, ubicado a 6 kilómetros río abajo, un lugareño que lleva a bordo de un cayuco a un par de adultos mayores y tres niñas pidió el rescate a los militares. En medio de la creciente, fue logrado el trasiego.
Por los tramos librados de corriente, pero con dificultad, obligaron a tomar otra ruta, que resulta similar en riesgo por significar atravesar nuevamente tramos de carretera, en los que hay que subir la lancha y botarla, como otros entre matorrales. Los militares se echaron al agua para empujarla.
La familia rescatada se mantiene abrazada a bordo, a la expectativa, pero aún con la preocupación de haber dejado a otros en casa resguardando sus pertenencias.
“La inundación nos pegó como a las cinco de la tarde del sábado, cuando empezó a subir y subir, y en cuestión de segundos nos llegaba hasta la cintura. Perdí toda mi ropa. Tenía unos 20 animalitos en el patio, entre pollos y puercos, además tenía frijol y maíz, porque participamos en el programa Sembrando Vida, pero todo se perdió. Allá en la casa se quedó mi hija y mi nuera, porque aún están alzando cosas”, lamentó la señora Hilda López Reyes.
Son casi las 5:30 de la tarde. El sol empieza a ocultarse y a la mayoría de la tripulación de la lancha le preocupa que los constantes apagones del motor continúen. Al menos en ocho ocasiones se ahogó. Finalmente, el arribo al terraplén del que se partió sucede unos minutos después. Fueron dos horas y media de travesía.
Una mujer llega al momento del desembarque y pregunta por sus familiares. No hay razón de ellos. No se pudo avanzar más entre la fuerte corriente del río. Ella llora. Los militares responden que la tarea de rescate continuará al día siguiente.
Por problemas del motor, otra lancha de militares tardó más en retornar y arribar, finalmente, vuelve al filo de las seis y media de la tarde.
En este poblado, las brigadas de Protección Civil del Estado tampoco descansan con sus maniobras de rescate que realizan con una lancha y un vehículo de tres toneladas.
“Hemos ayudado a salir de sus casas a alrededor de 150 personas en condiciones de haber perdido sus pertenencias entre el agua, que les alcanza de 70 a 80 centímetros. A la mayoría los hemos traído a los albergues de la comunidad y a otros a otras zonas más altas”, relató el brigadista Limbert López.
En cuestión de tres días, brigadas de las Fuerzas Armadas y de Protección Civil han rescatado, a bordo de sus lanchas, a más de 300 personas, con maniobras que en ocasiones, han sido de riesgo.
Cinco días de incomunicación
Mientras tanto, en Tacotalpa, municipio donde golpeó la creciente del río Oxolotán, la Coordinación Nacional de Protección Civil envió, vía aérea, víveres y kits de limpieza al poblado Caridad y Guerrero, que permanece incomunicado desde hace cinco días.
“Nuestra principal necesidad que tenemos es la reconstrucción del puente colgante y de las casas, que son alrededor de 20 las que quedaron destruidas”, dice Indalecio Pérez Gómez, jefe de sector de una de las colonias.
Ahí, la corriente además de tirar el puente, arrasó las plantas del vivero del programa “Sembrando Vida”, que ahora están entre el lodo.
Caridad y Guerrero es una comunidad chol que se encuentra a 7 kilómetros de Tapijulapa, el otro pueblo que sucumbió ante la creciente del Oxolotán.
Así, a cinco días de haberse desatado las inundaciones en Tabasco, hay varios frentes aún con fuertes daños y población pendiente por atender, aun cuando la lluvia cesó desde el domingo.
(piedepagina.mx)