Mérida, Yucatán.- Hay una palabra que, para los yucatecos, puede definir perfectamente el año 2020: “irrespirable”, aunque bien podría decirse también “infumable”, porque fue azotado por “calamidades” que literalmente envenenaron el aire que respiramos y afectaron como nunca nuestra salud.

No, no es que antes no hubiéramos sufrido una enfermedad respiratoria con consecuencias mortales, tan sólo hay que recordar la influenza AH1N1 en 2009 o 2018... pero nunca se había llevado a casi 3 mil personas a razón de 10 por día y durante tantos meses seguidos…

Tampoco es que la humareda de las quemas agrícolas -que se realizan cada año- no nos hubiera hecho toser o lagrimar alguna vez, pero nunca antes la ciudad había sido “sitiada” por una bruma durante varios días seguidos…

No. No es que no hubiera llovido con proporciones diluvianas: en 2002, el huracán “Isidore” nos castigó con 18 horas… pero nunca antes las lluvias habían durado más de 24, un día, pues. Nadie recuerda haber visto rebosar el manto freático como este año. Cierto que esto no afectó directamente nuestro sistema respiratorio, pero nos dejó con el agua al cuello…

Los polvos del Sahara llegan cada año, pero nunca antes con la “densidad” con la que arribaron en 2020; no en vano, la nube de arena fue llamada “Godzilla”. La mala calidad del aire obligó a expertos de la Facultad de Química de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady) a emitir un comunicado para alertar a la población, algo que tampoco había ocurrido…

Por eso los definimos, en este breve balance ambiental del año, como los “4 jinetes del apocalipsis moderno”: virus, polvo, inundaciones y humo, en ese orden, aunque en el siguiente resumen te los presentamos en “orden de aparición”, según la fecha en la que ocurrieron…

1.-El enemigo invisible

Mapa municipal de muertes por coronavirus. (Conacyt)

La primera “calamidad” se anunció desde noviembre de 2019 cuando en China se supo de casos de una extraña enfermedad gripal que estaba atacando -y matando- a personas en la provincia de Wuhan.

El virus -y la información- se fue propagando por el mundo a una velocidad incontrolable; en poco tiempo, ya había brincado “el charco”, y el miedo invadió a millones de habitantes de los países que empezaban a registrar casos.

En febrero, México tuvo su primer positivo; con él llegaron las medidas de prevención que apuntaron primero a la cancelación de clases, actividades escolares y no esenciales. A Yucatán, la enfermedad llegó en marzo y el Gobierno local no se esperó a la alerta nacional: restringió la movilidad y bajó el interruptor de la vida cotidiana.

Desde aquel martes 13 (¿podía ser otra fecha?) de marzo cuando se anunció el primer caso de Covid-19 en Yucatán, se han infectado 26 mil 71 personas y, aunque la gran mayoría -22 mil 363- ya se recuperaron, han fallecido 2 mil 863; por día, estas cifras equivalen a poco más de 90 (90.5) casos positivos y casi 10 (9.94) muertos.

Y este “jinete” es es el único de los cuatro que no se ha ido…

2.- Humo en el cielo

Imagen de satélite de la Península de Yucatán el 24 de abril, cubierta por humos de incendios en Centroamérica. (NASA)

Aunque en Yucatán estamos “acostumbrados” (así, entre comillas) a los humos que emanan de las quemas (por el sistema agrícola de roza-tumba-quema) durante los meses de marzo y abril, este año, por la inactividad que no trajo la pandemia, hubo, en cierto modo, una tregua.

Sin embargo, en el “último” tramo de abril, después del día 20, una densa bruma “apareció” en el horizonte y por varios días cubrió el territorio estatal. No faltó quién, muy temprano por la mañana, lo confundiera con niebla (como más tarde pasó también con la nube de polvo del desierto).

Ciertamente, este fenómeno no causó aparentemente ninguna pérdida, pero la realidad es que los efectos negativos a la salud humana, asociados a la contaminación del aire en la entidad aún no se han documentado en Yucatán. Es un hecho que la calidad del aire fue mala durante esas jornadas, pues ni en las peores quemas agrícolas se había visto algo similar.

Los estudios de la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady), que se realizan desde 2015, han demostrado que las partículas suspendidas en la aire (PM, material particulado, por sus siglas en inglés) causadas por las quemas son una de las tres fuentes que empeoran la calidad del aire en  la entidad.

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3.-El agua tiene (¿mala?) memoria

Después de una “tregua” en mayo, en la que todavía permanecíamos con la mayor parte de las actividades económicas y sociales truncadas, y un galopante aumento de contagios del nuevo coronavirus, las sorpresas no paraban; primero, porque la temporada de huracanes 2020, que se había pronosticado intensa, se anunciaba con visitas inesperada: a mediados de mayo, “Arthur” y “Bertha”, dos tormentas tropicales, ya se habían formado, pero el periodo de ciclones aún no. Claro, no afectaron Yucatán, pero ¿era necesario? Porque lo peor estaba por venir…

Para seguir con lo insólito del año, hay que decir que el primer ciclón que nos “pegó” no nació en la cuenca del Atlántico sino en el Pacifíco: “Amanda”, tras “bañar” Chiapas y Tabasco, brincó por el Istmo de Tehuantepec y nos trajo las primeras lluvias intensas. Cierto que no duró mucho, pero una vez desaparecida, sus “restos” comenzaron a reorganizarse cerca del Golfo de México; de ella nació “Cristóbal”…

Durante más de 30 horas, la Península, y en especial Yucatán sufrió los embates de una lluvia cuya intensidad no tuvo parangón; Además de inundar el sur de la entidad, en la capital, en la zona norte, la más cercana al mar, el manto freático comenzó a rebosarse. Las imágenes del estacionamiento subterráneo de una plaza comercial se viralizaron en las redes sociales virtuales.

Pero eso quedó en el terreno de lo asombroso; en el campo de la hidrología, de los números, la historia era aún más insólita, pues no sólo se habían roto los récords de más horas seguidas de precipitaciones -más que en 2020, con el huracán “Isidore”, sino que el agua acumulada había dejado una marca histórica…

De acuerdo con el registro de lluvias asociadas a ciclones tropicales del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) en 70 años ninguna otra tormenta tropical había dejado caer tanta lluvia. “Cristóbal” superó a 120 ciclones enlistados desde 1950 y batió los promedios de huracanes intensos como “Carmen” (1974), “Gilbert” (1988) o “Mitch” (1988). Sólo “Isidore” (2002) y “Wilma” (2005) tenían más lluvia acumulada, ambos huracanes mayores (de categoría 3 o más).

“Cristóbal” fue la gota que derramó el manto freático, pues a pesar de que los meses siguientes no llegó a llover tanto, el mal ya estaba hecho; “Gamma”, “Delta” y varios frentes fríos que se “combinaron” meses después prácticamente ahogaron la zona norte del Estado.

Fue como el preludio: la temporada de huracanes 2020 en la cuenca del Atlántico no sólo se convirtió en la más movida de la historia (junto con 2005) sino que agravó la ya de por sí maltrecha economía de miles de familias yucatecas que perdieron su patrimonio o parte de él.

En el balance final, Yucatán tuvo el año más lluvioso del siglo y del que hasta ahora se tenga registro…

4: Polvo eres y en polvo…

Imagen de satélite del 25 de junio: polvo del Sahara “borra” del mapa la Península de Yucatán. (NASA)

Otro de los terribles eventos del año fue, sin duda, la llegada del llamado polvo del Sahara a la Península de Yucatán, ya no sólo por la “densidad” -que incluso marcó un récord- sino en la desinformación que se generó y que llegó al grado de confrontar a los especialistas de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady), ya que los meteorólogos lo desestimaron pero los especialistas advirtieron del serio peligro que representaba.

De hecho, el Grupo de Investigación en Química Analítica y Ambiental integrado por profesionales de la máxima casa de estudios publicó durante varios días los registros de los niveles de material particulado que estuvimos respirando, algo que no había hecho en mucho tiempo.

De acuerdo con los registros, el 25 de junio se alcanzó un nivel no visto en 50 años en Mérida: el nivel de PM10 (partículas que entran a los pulmones) fue casi cuatro veces más alta que la permitida por la Organización Mundial de la Salud (OMS); y la de PM2.5 (partículas que llegan al torrente sanguíneo) casi 3 veces más alta que la norma.

Aunque por esos días fueron los “picos”, los especialistas vaticinaron que, en el balance anual, los récords de ambos materiales particulados iban a romper las mediciones hechas desde 2015.

Y es que esta “nube” fue considera la más intensa de los último 50 años y no en vano fue llamada “Godzilla” por los expertos.

Mala la calidad del aire en Mérida. Un día antes superó los 160 puntos. (Tomada del sitio waqi.info.es)

Quizás Yucatán tuvo otras calamidades en 2020, como el hundimiento de la economía, la pérdida de empleos, los suicidios… pero muchos de ellos tienen como causa un problema de salud cuyo impacto aún viviremos por muchos años más. Por lo pronto, nos queda esperar a ver cómo viene el 2021 y… respirar profundo…