Mérida, Yucatán.- Después del espectáculo de la Luna llena de abril, la segunda “más cercana” a la Tierra -este mes hay superluna-, Selene va “apagándose” involuntariamente en la bóveda celeste para dejar la escena a la lluvia de estrellas de las Eta-Acuáridas.
Gracias a que el satélite natural de la Tierra está en fase menguante, su luz (más bien la que refleja del Sol) será menos intensa cuando, entre el 4 y 5 de mayo, los restos del cometa Halley, “famoso” porque estuvo en su punto más cercano a nuestro planeta en la década de los 80, chocarán con nuestra atmósfera y nos regalarán el espectáculo celestial.
La frecuencia de los meteoritos es, en promedio, de unos 30 por hora, una cifra nada despreciable, aunque menor comparada con las más “intensas” -como las Perseidas, que rondan o superan los 100 cada hora-. En un buen lugar de observación, la “caída” puede ser espectacular como cualquier otro fenómeno similar.
Para observarla, no necesitas ningún tipo de telescopio o binoculares; basta con que te alejes lo suficiente de la “contaminación lumínica” de cualquier ciudad; apagues cualquier luz -fogata, lámpara e incluso el teléfono celular o cualquier dispositivo electrónico que la emita- “acostumbres” tu vista a la oscuridad -aproximadamente 15 minutos sin luz- y observes hacia la bóveda celeste.
La recomendación de siempre es no acudir solo a los sitios apartados; primero, por seguridad, pero también porque entre varias personas es posible observar hacia los cuatro puntos cardinales y esperar los destellos. La mejor hora para ver una lluvia de estrellas siempre será durante la madrugada, pero a cualquier hora de la noche será posible verla. Aunque su “pico” es el 5, quizás desde hoy puedas ver unas cuantas.
Con este espectáculo nocturno “nos recibe mayo”, pero según el calendario arqueoastronómico de Eddie Salazar Gamboa, este mes también tendremos el Sol en el cenit, en el que las construcciones pierden su sombra -como ocurre en el Castillo de Chichén Itzá-, el 24 de mayo, y el eclipse total de Luna, el 26.
Sobre el eclipse, además de lo espectacular que resulta por sí mismo, debemos considerar que la Luna estará en su punto más cercano a la Tierra (perigeo), por lo que su tamaño será, según la percepción desde nuestro planeta, más grande de lo normal; cumple todas las condiciones de ser superluna.
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(La imagen que ilustra el contenido es únicamente ilustrativa, no corresponde a una lluvia de estrellas sino al cúmulo globular NGC 6441 a unos 13.000 años luz del centro galáctico de la Vía Láctea, y fue tomada de la NASA)
(LectorMx)