Mérida, Yucatán.- Apreciados por la industria de la construcción, pero por su mano de obra barata, e incomprendidos en su mayoría, los albañiles son motivo de festejo en su día hoy 3 de mayo Fiesta de la Santa Cruz.

Pese a que el Papa Juan XXIII suprimió la fiesta de la Santa Cruz el 25 de julio de 1960 del calendario litúrgico de la iglesia católica, triunfó la fe del gremio de los trabajadores de la construcción.

Se trata, explicó el promotor de las costumbres mexicanas de arraigo cultural, Sebastián Verti, de una de las tradiciones más arraigadas de los gremios del México que data desde la época colonial, que es conservada por los albañiles que en la cima de sus obras colocan la cruz adornada con flores y retazos de papel china.

En Mérida como en muchas otras ciudades del país, en algunas construcciones sus trabajadores se apegan a la tradición y se niegan a su desaparición porque es el único día del año en que reciben especial atención.

Los albañiles o alarifes como el caso de Baltazar, trabajador con más de 20 años en la dura faena de construir y remodelar inmuebles, viven la cruel paradoja de levantar casas nuevas, residencias y caserones, mientras su casa familiar es de condiciones muy modestas.

Baltasar sale todos los días de su domicilio en las afueras de la cabecera municipal de Motul para abordar a las 6:00 de la mañana una combi que lo lleve hacia Mérida y, en el punto de dejada, caminar luego media hora más para llegar a su centro de trabajo.

Es un hombre de baja estatura, menos de 1.60 metros de altura, delgado, pero con la fuerza de un individuo grande, ya que es capaz de cargar bultos de cemento de 50 kilogramos cada uno y llevarlos en hombros a los pisos superiores de la construcción de una casa en la zona centro.

Día a día Baltasar, como otros alarifes, tiene que llevar a cuestas y subir costales de grava o arena de más de 60 kilogramos cada uno y preparar pesadas mezclas para vaciar el cemento fresco al sitio de los cimientos o la columna de los castillos.

Sudan la gota gorda, y más en estos días de elevadas temperaturas, porque tienen que subir escalones, cargar bloques al hombro o subir pesadas vigas y otros materiales. No es casual que el gremio registra el mayor número de accidentes de trabajo, según estudios oficiales.

Lo cierto es que los albañiles de Yucatán como los de Quintana Roo, Campeche, Chiapas, Estado de México, Chihuahua y de cualquier parte del país “se rajan”, como dicen ellos, para cumplir con las faenas y llevar el sustento a sus casas.

Son hombres que como Baltasar sueñan con tener su propia casa en condiciones dignas para su familia, pero muchos de ellos sólo ganan lo suficiente para vivir al día, porque los precios de los materiales de construcción sobre todo el cemento, varillas, tabiques y últimamente la grava están por las nubes.

Todas las mañanas, las combis, camionetas y camiones son abordados en gran número por albañiles que viajan a Mérida o se trasladan a Cholul o a Chablekal, zonas de intenso desarrollo inmobiliario, provenientes de municipios circunvecinos como Umán, Motul, Ucú, Hunucmá, Celestún, Izamal y Kantunil, entre otros.

Lo mismo pasa en el extremo oriente del estado, ya que alarifes de Chemax, Valladolid, Río Lagartos, Espita y San Felipe, de entre otros municipios, se trasladan en masa al vecino estado de Quintana Roo para ocuparse en Cancún.

Baltasar desconoce el origen de la tradición de la Santa Cruz, pero orgulloso, sin que nadie se lo pida, se encaramó desde temprano a lo alto de la casa de dos pisos que construye y amarró con alambre el símbolo con papeles de colores, a lo que los patrones adicionaron flores y listones de colores.

El alarife es un hombre de pocas palabras y aunque no lo expresa aprecia que le hagan diferente su labor en este día de la Santa Cruz, ya que se le invita una “chicharra” que no es otra cosa que trozos de cerdo y chicharrón acompañados cilantro, cebolla, rábanos y, por supuesto, chile habanero, además de tortillas y refrescos.

En otras ciudades la San Cruz de festeja de manera tradicional, ya que en algunas obras se disparan cohetones en el cielo de México y se recitan alabanzas heredadas de la época colonial y de misiones como Fray Pedro de Gante: “Salve cruz bendita/ madero sagrado/ que cargó en sus hombros, mi Jesús amado”

Antes de la crisis sanitaria, algunos templos de otros estados evocaban la Santa Cruz y celebraban fiestas suntuosas con misa solemne, repiques de campanas, cohetes al vuelo y romería en los atrios y las corporaciones de albañiles asistían a esas fiestas con sus mejores trajes.

Pese a que continúa la pandemia, en este 3 de mayo persiste el rezo y la alabanza a la Santa Cruz que recuerdan al Redentor. “Bajaste al mundo/ con crecido amor/ moriste en la cruz por el pecador. Mírale sus ojos/ los tiene empañados/ los tuyos alegres/ llenos de pecado. Mírale la boca/ seca y renegrida/ te está pidiendo agua/ por darnos la vida”.

Así los alarifes continúan con su ardua y pesada tarea de construir y levantar lo que les ha sido negado. Nadie como ellos cumplen al pie de la letra el precepto ancestral “ganarás el pan con el sudor de tu frente”.

(LectorMx)