Mérida, Yucatán.-.Nos acercamos a una nueva estación: el verano, y el solsticio -que marca el inicio– no es únicamente una “señal” de que se avecina un periodo vacacional más, sino también de cambios en las condiciones climáticas, en la duración del día y la noche, por mencionar algunos aspectos.

El “verano meteorológico” inició el 1 de junio,
según la Oficina Nacional de Administración
Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas
en inglés) de Estados Unidos.

De entrada, el 20 de junio, que es el punto de partida “oficial” de la tercera estación del año para Yucatán -y todo México– será el día más largo del 2021, en el sentido literal de la frase: tendremos 13:25 horas de sol y sólo 10:35 de oscuridad.

La salida del Kin ocurrirá a las 6:17 horas (6:17 de la mañana) y el ocaso, a las 19:42 horas (7:42 de la noche) en el hemisferio norte del planeta, en donde nos encontramos; recordemos que en el hemisferio sur, es totalmente lo opuesto: ahí empieza el invierno.

De acuerdo con la información -proporcionada por el astrónomo y matemático Eddie Salazar Gamboa-, el solsticio -cuyo significado es “Sol quieto”, porque parece “detenerse” en la bóveda celeste-, de verano ocurrirá exactamente a las 22:33 horas, tiempo de México del día 20 de junio, o sea, a las 4:23 horas, tiempo universal, del 21 de junio.

Para la latitud en la que nos encontramos,
el inicio del verano varía de fechas: ocurre
tres veces el 21 y una vez el 20 de junio.

El también catedrático de la Instituto Tecnológico de Mérida y Maestro Distinguido del Año 2021 en Yucatán, recordó que los solsticios eran igual de importantes que los equinoccios para las antiguas culturas.

Si bien “reconocemos” más los segundos por los fenómenos de luz y sombra que ocurren en ciudades mayas, y que se han convertido en un espectáculo internacional, los solsticios también están bien marcados con un fenómeno, al menos en Chichén Itzá: la bisección del Castillo.

Salazar Gamboa explica que, para esta fecha, al salir el Sol por el horizonte lo hace exactamente en la esquina noreste de la pirámide y alumbra precisamente ambas caras (norte y este) de la estructura; de tal forma que las otras dos, quedan “a oscuras”. Por la tarde, en el crepúsculo, el fenómeno se invierte: alumbra las caras sur y oeste, y deja en penumbra las otras dos.

Esta bisección, revelada en el año 2007, significa la dualidad del mundo: luz y oscuridad, día y noche, explica el astrónomo. Esto demuestra la importancia que las primeras culturas le daban a estos fenómenos, porque para los habitantes era importante saber la máxima duración del día o de la noche.

El astrónomo yucateco explica que el día con mayor cantidad de luz solar es también un indicador para los hombres del campo; para entonces, la siembra está completa y no hay nada mejor para las semillas que la radiación intensa del astro rey.

En la tradición católica, apenas unos días después del solsticio de verano, se celebra la Noche de San Juan; que no es otra cosa que la cristianización de este acontecimiento astronómico. Según las escrituras, Zacarías mandó a encender una hoguera para anunciar el nacimiento de su hijo Juan.

“En su versión pagana, la noche de las hogueras era un día mágico, un inmejorable momento para espantar a los malos espíritus, romper con lo malo del año (por eso se quemaban enseres antiguos) y hacer votos por el amor y la fertilidad”, cita el periódico El País.