Mérida, Yucatán.- El reconocido dibujante, pintor y grabador, Emilio Vera Granados, quien el próximo 23 de agosto cumplirá 100 años de vida, recibirá diversos homenajes de la comunidad artística y cultural de Yucatán y del país como “maestro de maestros”.

Con su sempiterna sonrisa y buen humor que le caracteriza, nos abrió las puertas de su hogar en la colonia Nora Quintana –al poniente de la ciudad– y junto con su esposa Guillermina Cruz compartió rasgos de una existencia pródiga en la formación de creadores, contactos con grandes pintores y producciones artísticas.

Nacido en Mérida el 23 de agosto de 1921, compartió con su interlocutor, con la invariable simpatía que lo ha distinguido a lo largo de su desempeño, su experiencia como forjador de artistas plásticos y de su contacto e interacción con gigantes del muralismo como Fernando Castro Pacheco y David Alfaro Siqueiros, así como con Rómulo Rozo.

Vera Granados es hombre de pocas palabras porque a punto de alcanzar la centuria de existencia, la audición ha resentido el paso del tiempo; sin embargo, con apoyo y paciencia de su cónyuge que le habla al oído, fue posible obtener respuestas, aunque breves, sustanciosas.

“¿Cuál es la receta maestro para alcanzar tal cantidad de años”, se le interroga y con la intermediación de doña Guillermina, respondió que son tres: primero, el conservar el buen humor; segundo, enseñar y orientar a los más jóvenes y, tercero, mantener activos la mente y el alma en creaciones artísticas.

Como exponente de las artes gráficas dominó por igual técnicas como la litografía, el aguafuerte, el aguatinta, el linóleo y la xilografía, por lo que ha diseñado e ilustrado gran cantidad de libros, catálogos, folletos y revistas, y ha colaborado con dibujos y grabados para diversas publicaciones.

En 1989 se llevó a cabo una convocatoria para crear el escudo de armas del Estado de Yucatán y el proyecto ganador fue de la autoría del historiador Juan Francisco Peón Ancona con dibujo de Emilio Vera. Ambos también realizaron en conjunto varios escudos de municipios yucatecos.

Fue miembro de la Sociedad Mexicana de Grabado y de la Sociedad Yucateca de Grabadores. En 1977 recibió la Medalla Yucatán, y en el marco del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución Mexicana, la Medalla Eligio Ancona, entre otros reconocimientos.

El nonagenario es un observador nato, no deja de mirar con detenimiento a sus interlocutores, a quienes sonríe y rememora algunos de sus alumnos y colegas que hoy son maestros de la plástica yucateca contemporánea como Manuel Lizama, Rafael Pinto y Pedro Pablo Parra, entre otros.

“El maestro Vera nos llevaba de excursión a las haciendas y a las zonas arqueológicas mayas, donde reproducimos mediante el dibujo imágenes que hoy forman parte del catálogo de sus creadores como del acervo artístico y cultural del estado”, recordó la escultora Gladys Díaz Negrón, quien fue su alumna y formó parte de la visita al maestro.

Vera Gamboa ingresó en 1934 a la antigua Escuela de Bellas Artes ubicada en la calle 59 entre 62 y 64 del Centro Histórico, donde tuvo como maestros a Modesto Cayetano, Manuel Cachón y otros, institución que posteriormente se trasladó a su actual sede cerca del Centenario.

En 1937 el presidente Lázaro Cárdenas visitó la escuela de Bellas Artes y le otorgó una beca, igual que a Francisco Vázquez para continuaran sus estudios en la Ciudad de México, lo que hicieron en la Escuela de las Artes del Libro en cursos impartidos por Francisco Díaz de León y el grabador checoslovaco Koloman Sokol.

Vera Granados vivió un tiempo en la Ciudad de México, donde sin duda mantuvo encuentros con exponentes del nacionalismo en las artes plásticas y que formaron parte de la Liga de Artistas Revolucionarios como Diego Rivera y Frida Kahlo, incluso David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco.

De regreso a Yucatán, Vera Granados fue nombrado en 1944 profesor de grabado de la Escuela de Artes Plásticas de la Dirección General de Bellas Artes; desde 1976 se desempeñó como profesor de composición artística, teoría del color e historia del arte y desde 1988 coordinador de artes plásticas del Centro Estatal de Bellas Artes.

En el aniversario de la Universidad de Yucatán el 20 de febrero de 1948 Vera Granados participó en la muestra “La trayectoria del grabado en la República Mexicana” junto con obras de Alfredo Zalce, José Chávez Morado, Fernando Castro Pacheco y Francisco Vázquez. Al día siguiente el muralista Alfaro Siqueiros impartió una conferencia y mantuvo contacto con los creadores presentes.

Con la influencia de sus padres originarios de Oxkutzcab, Vera Granados se convirtió con los años en un genuino promotor de la cultura maya. Sus alumnos, entre ellos la propia Díaz Negrón, reconocieron su compromiso con las artes plásticas y la enseñanza a varias generaciones de artistas durante más de 60 años.

“Él siempre tuvo una sonrisa para todos, así como paciencia y una sabia capacidad de orientar y entrenar en los trazos del dibujo y en todos los procesos del grabado, el metal fundido y los usos de las tintas”, puntualizó la escultora.

Gladys Díaz informó que prepara con apoyo de la Secretaría de la Cultura y las Artes, de la Feria Internacional de la Lectura Yucatán (Filey) y colegas de artes plásticas tres exposiciones como sendos homenajes que recibirá el maestro en agosto próximo a propósito del su centenario de vida.

Igual se organiza una muestra colectiva de 30 grabados del maestro Vera Granados que es inédita y ejemplo de su talento creador, además de que presentará obras realizadas por sus alumnos con influencia directa de él.

Cien años de vida se dice fácil, pero la de Vera Granados es una existencia pródiga en anécdotas, caminatas y recorridos por los caminos del Mayab, rumbo a las haciendas henequeneras, pueblos y antiguas ciudades mayas con el fin de capturar en papel y grabado las imágenes del paisaje yucateco, dijo Gladys Díaz.

De sus últimos trabajos, Doña Guillermina, mostró un dibujo realizado por el artista hace 5 años, es decir, a sus 95 años de edad, cuyos trazos y dominio en el manejo del lápiz hicieron posible un retrato infantil de una de sus nietas.

Su casa, modesta, no deja de ser grande por la figura que la habita y los dibujos a lápiz, retratos y algunos de los múltiples reconocimientos y medallas que ha recibido en vida don Emilio Vera Granados.

Al despedirnos, el pintor por su propia iniciativa, se puso de pie y desde la puerta, con la amplia sonrisa que le caracteriza, se despidió de sus visitantes.

(LectorMx)