Por Jesús Mejía
Mérida, Yucatán.- El público enmudeció ante el vertiginoso fraseo de sus dedos y enérgicas arcadas sobre el violín de la concertista Elena Mikhailova, en la interpretación del más célebre pasaje de los Caprichos de Paganini.
Al final, la concurrencia la ovacionó y aplaudió de pie y el director de orquesta le rindió pleitesía.
Pocas veces se ve en proscenio de los teatros una exhibición “non plus ultra” como la de la violinista invitada para un concierto del Mérida Fest 2024.
Esa estrella de origen ruso-armenio, que en sus inicios a los seis años ofreció su primer concierto, anoche dejó su impronta a una amplia audiencia, a la cual fascinó desde los primeros arrebatos del Capricho 24, el más célebre y señalados como uno de los de mayor complejidad para cualquier concertista.
Absorta, sin respirar, la concurrencia vio cómo los dedos de la mano izquierda frasearon e hicieron vibrar las cuerdas con la técnica de pizzicato, mientras la derecha, con las arcadas obtuvo una amplia gama de melodías y de paso, debido al vertiginoso y firme rasgueo, arrancó una hebra de su arco que agitó en el aire hasta terminar la pieza.
Los asistentes al concierto pasaron de la fascinación a la entrega. Mikhailova mostró cualidades que le han permitido ser mencionada como una de las mejores violinistas del mundo y su presencia respondió con creces a la expectación que despertó el anuncio de su regreso a Mérida, de tal forma que hubo lleno total en el auditorio del Palacio de la Música.
En anteriores ocasiones fue solista con la Orquesta Sinfónica de Yucatán para la interpretación de dos obras de gran calado: el Concierto para violín de Jean Sibelius y el Concierto para violín de Beethoven, en los que también dejó honda huella en la audiencia.
La violinista, la artista más fulgurante del Mérida Fest en el terreno de la música, interpretó con la Orquesta de Cámara del Ayuntamiento los respectivos pasajes Invierno y Verano de las Cuatro Estaciones de Vivaldi, ricos en coloraturas y pasajes melódicos propios del barroco.
Al frente de una orquesta de cuerdas formada al vapor con integrantes de la Sinfónica de Yucatán, dirigida por el maestro Rusell Montañez, la concertista cautivó desde el primer momento a la concurrencia que ocupó por completo las butacas de las flamante sala de conciertos, al desentrañar de su violín, un Gagliano del siglo XVIII, notas de inefable belleza.
Dueña de un virtuosismo que arrancó ovaciones y aplausos de pie en cada una de sus interpretaciones, la concertista mostró por qué el instrumento forma parte de lo más íntimo de su ser, al arrancar y transmitir con pasión y sublimes cadencias la obra Meditación de Thais del francés Jules Massenet.
La rapidez, el fraseo y los veloces arpegios que exige el compositor y violinista español Pablo de Sarasate en “Aires gitanos” y en la Fantasía sobre Carmen no fueron problema para la concertista invitada, quien tocó además con pleno dominio de sus cuerdas la Ronda de los Duendes de Antonio Bazzini.
Ante la calidad y entusiasta recepción del público a sus interpretaciones, Elena Mikhalova, regaló varios encores. “¡No se quiere ir! ¡Quiere quedarse en Mérida!”, exclamó entusiasmado Rusell Montañez, quien hizo ademanes como quien rinde pleitesía a una soberana.
Esa fue la velada musical con adjetivos muy diversos, pero con un rasgo común: un privilegio escuchar y ver tocar a una solista violinista de categoría internacional como Elena Mikhailova.
(LectorMx)