Mérida, Yucatán.- La inteligencia artificial (IA) llegó para quedarse y representa una oportunidad sin precedentes para mejorar la educación, siempre que su uso esté guiado por criterios éticos, pedagógicos y humanos, aseguró el director de la Facultad de Educación de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), Dr. Pedro Canto Herrera.
Al desarrollar el tema “Inteligencia artificial en la educación superior, ¿herramienta o amenaza?” durante una entrevista, el académico explicó que la IA, lejos de ser un concepto nuevo, tiene antecedentes desde la década de los cincuenta, cuando ya se planteaba la posibilidad de construir máquinas capaces de simular aspectos del pensamiento humano.
“Hoy en día, esta tecnología ha evolucionado al punto de generar respuestas con una velocidad sorprendente, recurriendo a grandes volúmenes de información disponibles en internet”, afirmó.
En el ámbito educativo, señaló que la IA ya está presente en múltiples formas: desde asistentes personales que ayudan a las y los docentes a organizar sus actividades, hasta herramientas que colaboran en la elaboración de planeaciones, el acompañamiento al estudiantado o la interacción mediante reconocimiento de voz.
No obstante, advirtió que el reto no está únicamente en su implementación técnica, sino en formar usuarios críticos que hagan un uso ético de estas herramientas.
“La IA no es buena ni mala por sí misma; todo depende de cómo la utilicemos. Debemos evitar el abuso o la dependencia, y promover su uso responsable en función del aprendizaje”, puntualizó.
Desde la Facultad de Educación, comentó que ya se están desarrollando investigaciones en este campo como parte de un proyecto internacional coordinado por el Dr. Alfredo Zapata, en el que participan académicos y estudiantes de diversas instituciones. El objetivo es diseñar aplicaciones útiles para el profesorado, tanto en clases presenciales como en entornos virtuales.
Canto Herrera subrayó la necesidad de que las universidades incluyan el uso ético de la inteligencia artificial en sus marcos normativos y formativos, no desde la prohibición, sino promoviendo el pensamiento crítico, la creatividad y la colaboración interdisciplinaria.
“Este fenómeno no es una moda, es una transformación que apenas comienza. Como institución formadora de educadores, tenemos la responsabilidad de comprenderla, aprovecharla y actuar con responsabilidad”, concluyó.
