Por Pedro Canché
El pequeño José y Estephania tocan el portón de madera varias veces.
¿Quién son hija? dice Verónica mientras mueve la olla de frijoles en ese patio grande bajo las sombras de un chacá y un mango.
-¿Compra chicharrones? Dice Estephania, una niña delgada y con dientes muy blancos mientras sonríe en la vieja calle Mercurio Oriente de Tulum.
-Son los niños de la vuelta, los que venden chicharroncitos, dice Monse, su hija, la madre de su nieto Itan.
-Ay Dios, con esta Covid-19 y esos pobres niños los mandan a vender en las calles. Cómprale tres para Itan y sus primos. Tengo cambio aquí en el ropero.
Verónica, una abuela policía de tres nietos mueve la cortina vieja y raída que alguna vez fue blanca de ese cuarto 3×3 y esculca en su monedero y saca 3 monedas de 10 pesos. Ya le ha comprado varias veces a esos niños.
Una vez los vio ahí por la calle Okot del otro lado del pueblo cuando andaba patrullando y se compadeció de ellos.
Comprándoles esas frituras de harina, esos chicharrones que Itan su nieto de tres años come con salsa picante, piensa aliviada que es su modo de hacerles un bien. Con ser cliente frecuente al menos esos niños regresarían así antes que oscurezca a la invasión del 2 de Octubre. Es su día franco. Cuelga en la pared su gorra azul con la leyenda “Policía Quintana Roo. Servir y proteger”.
Le da las monedas a Casandra, su hijastra que la tiene con ella desde los 4 años de edad cuando se enamoró de Camilo cuando llegó a Tulum y venía a probar suerte en este paraíso, queriendo olvidar sus amores de la Ciudad de México.
-Itan, quítate esas botas de la abuela, dice Casandra mientras se dirige al Portón de madera donde acecha curiosa Estephania con sus cachetes rosados por el sol de marzo.
Paga las frituras y se los da a sus pequeños Camilo, Nancy y su sobrino Itan, que tira las botas en el polvo y va presuroso por la botana. Casandra y Monse son madres solteras que a cambio de no pagar renta, junto con su madre Verónica, fueron a cuidar ese terreno de los invasores que llegaron como plaga hace 2 años.
Doña Socorro, viuda de Cancún tiene esa propiedad y entonces les construyó 3 bodeguitas de 3×3 con techo de palos y cartón y les dejó a Duke y Sansón, dos Pit bull enormes para que los invasores no entren a despojarlos. Es el último bastión de un propietario.
Estephania y José se van y se pierden en las polvorientas calles de Tulum, ahí en la invasión 2 de Octubre. Cerca del paraíso en los poros de la pobreza.
*****
Victoria Esperanza Salazar Arriaza despierta a lado de Héctor en ese colchón viejo que tienen dentro de la Dodge Caravan gris, una carcacha que en sus buenos tiempos dejó mucho neumático en la carretera 307 de la Riviera Maya. Hoy sirve de nido de amor. Abraza a Héctor y lo obliga a levantarse en ese soleado inicios de marzo.
A un lado está su cabaña construida con pedazos de triplay que Héctor trajo de la obra donde trabajaba antes de la pandemia del coronavirus. Ahí duermen sus 4 hijos: José, Darwin, Martha y Beatriz.
Abandonado por la madre de sus hijos Héctor los cuida. Un día conoció a Victoria en un mini súper donde gustosos se tomaron 10 caguamas. Otro día la invitó a Playa Lancheros y le invitó un pargo con unos Tecate Light bien frías. Victoria vendía tamales que aprendió hacer de niña allá en Sonsonate, El Salvador, con su madre Rosibel. Héctor freía fritangas, chicharrones y dulces de coco que sus hijos vendían en el pueblo.
Juntaron sus corazones. Juntaron sus negocios en un Tulum donde la gente compra de todo. Victoria trajo de su país a Estephania y Francela. Adolescentes de 15 y 16 años que hartas de la pobreza en El Salvador no esperaron la mayoría de edad, sacaron sus pasaportes con la ayuda de su tío René y cruzaron el río Suchiate ahí en Chiapas, el río que divide los sueños, las ilusiones y llegaron a la otra pobreza, la pobreza mexicana. Llegaron con su madre que tenía unos 2 años en Tulum.
Ambas sudaban la pobreza en los poros en Sonsonate. En Tulum también.
Rentaron una cuarto con Victoria, poco a poco fueron viendo que se puede salir de la pobreza. Francela no quería la suerte de su madre y buscaba opciones. No quería vender más tamales. Conoció a unas amigas y ahí se la pasaba.
Estephania era menos rebelde. Cuando su madre fue a vivir con Héctor en el viejo Dogde Caravan fue con ella y dormía con los 4 hijos de su padrastro. Y salía a vender los chicharrones. Esos dulces de coco y tamales las lograba vender muy rápido. Tal vez por su insistencia o quizás por ser una niña con las mejillas quemadas por el sol que despertaban curiosidad del tulumnense.
Hace 8 meses están friendo chicharrones y preparando tamales. Entre cerveza y cerveza Héctor y Victoria eran la pareja clásica de las invasiones donde duele la pobreza. La cáscara de coco se amontona en la puerta junto con recipientes de sopa Nissin, bolsas de sabritas, botellas de cerveza, cajas de raidolitos para esos moscos que pican los pies y son mucho más que los invasores que construyen endebles viviendas con madera y cartón en cada centímetro de esas tierras acaparadas por los ricos y que hoy los pobres han puesto la chancla ahí con el lema “la tierra es de quien lo trabaje”.
Litros de aceites se queman en ese sartén que aguanta más que el oro al fuego y tiene gruesas capas carbonizadas como callos tienen las manos de Victoria que cocina y fríe chicharrón, que cocina y cuece sus tamales salvadoreños. Esos dulces de coco caribeño, esos tamales y ese chicharrón es el manjar de los pobres que mitigan el hambres de los empleados y albañiles cuyos patrones comen pizzas en La Nave, filetes en el Parole o Ceviches en la Rosa Negra.
Ese miércoles 11 de marzo contaron las ganancias, 911 pesos. Y ahí empezó la discusión cómo todos los días.
-Dame los 450 pesos y ahí muere. Francela necesita otros tenis.
Héctor le da un largo sorbo a la cerveza corona y aporrea el envase.
-Mis hijos lo necesitan más, Darwin se gasta los pies vendiendo y necesita zapatos. Hoy le prometí comprarlo. Mañana te paso tu parte.
-Eso dices desde ayer y nada.
-¿Y las cervezas que nos tomamos? Tú no paras.
-Tu Tampoco Héctor, ¿pero sabes? Me voy a largar, total me consigo otro marido. Además mis hijas me necesitan.
-Todas las ganancias del mes pasado tú te lo llevaste con el pretexto de tus hijas. ¿Y mis 4 hijos cuando? Si quieres lárgate, vete, así estaremos tranquilos.
-Me voy, pero dame los 911. Ahora sí dame completo y te quedas con la harina y los cocos.
Victoria patea la vieja Caravan y arroja piedras al sartén.
Estephania sale de la cabaña asustada y tranquiliza a su madre.
-Déjame, déjame Estephania.
Aporrea el celular que cae por los plátanos.
Estephania recoge el celular y su madre alcoholizada le ordena que se lo devuelva.
-No mami, vas a romper el celular y luego cómo hablamos con Francela.
Victoria le arrebata el celular a la niña y la empuja por las cáscaras de coco. Toma el celular y se lo avienta en la cara de Estephania, quien llora por el dolor al recibir el golpe en la frente. Recoge el celular y llama al 911, como ya lo había hecho varias veces cuando su madre se pone furiosa por los efectos del alcohol.
-911, ¿qué se le ofrece? ¿Cual es su emergencia?
Mientras Héctor entra en la Palapa, tambaleando de borracho, Estephania le explica a la policía su emergencia.
-Es mi mamá. Nos está golpeando. Calle 1 Oriente, Beta y Orión, aquí en la invasión.
El comandante Puma recibe el reporte.
-Ah! Es con la señora de los chicharrones, otra vez está borracha.
Llega la patrulla en ese pasillo y los elementos toman del brazo a Victoria y lo suben en la patrulla.
-Suéltenme malditos, suéltenme…
Héctor sale y le dice a los oficiales que otra vez se ha vuelto impertinente.
-Tú maldito, me la pagarás…, grita Victoria mientras va balbuceando.
-Comandante Puma, la seño dice que la otra vez su marido intentó propasarse con su hija, y que no la dejemos ahí…
-Entendido comando, dejen a la señora en la cárcel y regresen por la niña y llévenla al DIF.
Estephania cruza el edificio del DIF de Playa del Carmen y le asignan un cuarto con un catre con sábanas limpias y baño propio. Un palacio.
Sí, alguna vez Héctor le tocó sus piernas estando borracho. Sí, extraña a sus hermanastros Darwin, a José, a Martha y Beatriz. Jugaban a los piratas y la cabaña de madera era un barco fuerte, fuerte, fuerte, capaz de resistir las enormes olas y las tormentas. Era la capitana y a sus marineros nunca los abandonaría. Sí, extraña a Francela, quien ya se cree adulta y va a pasear en la playa sola. Ahí cerca de Playa Lancheros se la pasaban fabolusos los 6 piratas. Y este palacio del DIF sin amor. Sin el calor del barco pirata. Acá hasta la lluvia duele.
Por enésima ocasión Victoria sale de la cárcel de Tulum. Se va a un mini súper y con los 200 pesos que le devuelven de sus pertenencias bebe una corona de un solo trago. Saca su celular negro con la pantalla rota y marca a Francela.
-Hija, voy al cuarto, ya me separé de Héctor y tu hermana Estephania se lo llevaron a Playa del Carmen.
-Pero mamá, mis amiguitas y yo tenemos otros planes hoy en la casa, no vengas…
-¿Dónde diantres voy a dormir? Tengo sueño ahí voy.
******
Wilbardo está feliz de trabajar en Oxxo. A sus 20 años escapar del campo de su pueblo Yaxché ya es ganancia. Nunca le ha faltado eso sí los frijoles y su maíz en su aldea.
Desde hace un mes lo asignaron a la tienda de La Selva y el Faisán. Afortunadamente no lo han asaltado como a su primo Fabián que hasta un cuchillo le pusieron en el cuello y mejor se regresó al pueblo cuando probó la adrenalina de los delincuentes.
Unos brazos rodean su cintura y se sorprende con esa cliente inusual, atrevida.
-Señora, aquí no puede pasar, es aérea de cajas por favor.
Victoria entró por la puerta del Oxxo blandiendo un garrafón de 20 litros al aire. Caminó entre los pasillos. Llevaba días tomando y esa ansiedad que la atacaba de vez en vez era un licuado de nervios en esa mente embrutecida por el alcohol, el único subterfugio que la arrancaba de esos poros de la pobreza que lastimaban su alma. Nació pobre y moriría…
-Llama tu al 911, le dice El Gordito, llama a la policía no se vayan a llevar dinero y además asusta al cliente.
-¿911 cual es tu emergencia?
-Una señora al parecer está tomada y nos perjudica en el Oxxo de la Selva y el Faisán.
Va una unidad ahí. Pendientes.
-Ya vienen, están cerca, dijo Wilbardo.
*****
Itan, dame mis botas, dice Verónica, ese sábado 27 de marzo mientras se echa su último taco de lentejas en su hora de comida. Se asomó en el viejo ropero y se puso una crema en las arrugas de su frente.
Suena la vocina de la patrulla.
-Ya voy, grita con fuerza.
Raúl dejó la Sultana del Oriente, su natal Valladolid, Yucatán, para probar suerte en Tulum. Medio pueblo de Tulum es de Valladolid y pues acá se vive mejor. El lomo lo dejó en las obras de construcción de los hoteles y luego como jardinero. Hasta que se hartó de la explotación de los llamados horarios solidarios y se metió de policía donde llegó a sargento. Sus 12 mil pesos apenas le alcanzan para pagar sus cuentas en Coopel y los gastos de sus 2 hijas en la escuela. Ahora es el jefe patrullero, el comando Tigre.
Miguel es su paisano y con la patrulla Chevrolet Beat sedán están más a gusto con Juan de Kantunilkín prestando auxilio a la gente que estando en las calles con este sol velando algún edificio o calle.
-Es puto…
Andaban con el chisme de si el comandante Nesguer Vicencio es gay porque no le conocen novia cuando la operadora les avisó de un 10-13 (auxilio) en el Oxxo 10-20 (ubicación) de la Selva y Faisán. Es una “minerva” (mujer) que está 10-39 (ebrio rijoso).
-Prepárense chicos para otro sábado loco, guiñó Verónica.
*****
El comandante Asís habla pura frases. También originario de Valladolid lleva la noche en vela con la balacera y ajustes del narco que venden su arena blanca en él paraíso. Con Jesús a su lado, es su fiel escudero.
-Jefe nos ha dicho que veamos una bronca de unos policías. Se les murió una detenida. Jefe, el comandante Esteban Muñoz va a venir en la noche.
El comandante Esteban Muñoz aporrea el escritorio.
-Pinchis policías, adiós domingo en Xenses. Ahora hay que trabajar, dijo rumiando.
El fiscal Óscar Montes de Oca se pone la crema Eternelle en su cara ahí en el grueso espejo de su baño mientras le contesta al alcalde Víctor Mas.
-¿Feminicidio de los policías? Solo eso nos faltaba.
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El redactor jefe de Noticias Tulum destapa un vino barato de Chedraui Sangre de Toro y se acomoda en su sillón de vinilo negro esa tarde del domingo para ver La Liga de la Justicia. Pero la mala costumbre de abrir el celular y leer los mensajes arruinaron su película. El portal recibe un mensaje de Francela.
-Hola Noticias Tulum. Yo conocía a la señora que mató esa policía. Era de Sonsonate, El Salvador. Fue al Oxxo, solo a comprar.
¿Y en serio le hicieron eso?
Yo quisiera saber dónde está su cuerpo
para reclamarlo y que más se necesita.
Era la exclusiva que estaba esperando. Nadie había identificado a Victoria Esperanza en ese momento.
Los mensajes continuaron toda la noche.
-Ella padecía de nervios. Padecía del corazón.
-¿Ansiedad y depresión?
-Le digo pero si me responde algo.
-¿Estaba con sobre dosis?
¿Sí murió ???
-Nooooooooo. Eso jamás. No estaba drogada. Si llega aparecer esa la causa de muerte entonces fueron alterados.
-Ve a la Fiscalía General del Estado en Tulum. Ahí te apoyan con la entrega del cuerpo y trámites. Lleva alguna identificación de la difunta.
-Pero, ¿sí murió en ese momento?
-Sí niña, murió ese momento.
-Nop. No por favor. En serio. No puede ser. No me diga eso. ¿Le puedo decir algo?
-Si claro dime.
-Pero tiene que jurarme que no dirá a nadie que soy su hija.Tuve que hacer este perfil falso por mi seguridad. No lo puedo creer.
-Sí, entiendo.
-No puedo creer que mi mamá esté muerta por Dios. Ella fue solo al Oxxo a comprar porque no teníamos agua.
-¿Cuántos años tienes?
-Ellos me quitaron lo que más quería. Solo quiero saber cómo recuperar el cuerpo para poder darle el entierro. Tengo 17 años de edad. Así que por mi edad se me hace complicado, tengo miedo. Mi mamá estaba enferma. Le dio el ataque y esas personas en vez de ayudarla la mataron. Quiero que metan presa a esa policía y sus compañeros. Apuesto que ahorita están descansando con su familia y yo…¿qué hago? Sola aquí sin nadie más.
Esa es la justicia qué hay. Ella no murió de sobredosis. Ella murió por que le hicieron presión en el corazón. Le quitaron el aire
-Recibirán su castigo pequeña…ya están detenidos ahora.
-En serio. Quisiera saber sus nombres. Mira la verdad yo acabo de venir con ella, ella ya estaba aquí, tenía 2 años. Y a mi todavía no me ha sacado los papeles. Así que soy ilegal básicamente.
-Eso no importa.
-Tengo miedo.
-Eres víctima que necesita justicia.
-Quisiera saber los nombres de los policías.
*****
El comandante Esteban Muñoz habló con el comandante Asís y Araceli la chica ministerial.
-Mary Ortiz se llama. Estephania nos explicó en el DIF que esa señora cuida de Francela. Hay que buscarla, el presidente de El Salvador anda muy sensible y ahora tuitea que la otra niña está extraviada. Póngale el “perro” (equipo de tecnología) a la llamada y rastreen.
Aracely se acomoda el arma Beretta que trae siempre en la cintura y dice:
-Comandante Muñoz, la madre nunca fue a ratificar la denuncia contra el padrastro Héctor ahí en Playa del Carmen. Jamás llegó a ver a su niña. La olvidó ahí. No podemos detener a Héctor por abuso porque no hay orden del juez, ¿qué hacemos?
-Déjenlo detenido por insultos a la autoridad mientras consígnamos el expediente y le sacamos boleto.
Ricardo Piña es un tipo de confianza del fiscal Oscar Montes de Oca. Siempre está bien erguido como si se comiera el palo de escoba en el desayuno. Es el director de la Fiscalía en Tulum.
-A los hijos de Héctor hay que atenderlos con el DIF, no pueden estar solos, le dice el comandante Asis al que se “tragó” el palo.
-Olvídalo, busquen a la niña.
A las 3 de la mañana del miércoles el Piña tuvo que informarles que “presten apoyo porque el DIF se tiene que llevar a los 4 hijos de Héctor”.
-Ese Puyol no lo quiso hacer en la tarde y acabó haciéndolo en la madrugada, dijo Asis.
Darwin agarró a golpes a José y lo aporreó en el suelo. Su tío harto que se golpearán llamó al 911.
-911, ¿cual es su emergencia?
-Los niños. Los judas se llevaron a su padre en la mañana cuando fue a tratar de sacar el cuerpo en la morgue de su ex pareja Victoria, la salvadoreña que está en internet. Ahora los niños no dejan de pelear y yo no puedo ni con los míos. Llévenlo por favor, dijo el tío, un tabasqueño flaco.
-Nosotros no necesitamos “el perro” para buscar a la niña -dijo el comandante Asís- Dile al Fiscal que ponga una alerta Amber y aparece porque aparece.
Al teléfono de Mary Ortiz que le dió a Francela envío Asís un mensaje de WhatsApp.
-Tu abuela vendrá a buscarte en la Fiscalía de Tulum, pasa temprano.
Dieron las 10 de la mañana y entonces contestó Francela, picó el anzuelo.
-Bajen esa mamada. ¿Por qué pusieron mi foto?
-Si se lo pides al fiscal Óscar Montes de Oca lo baja. Él anda acá…
A las 2 de la tarde envía un mensaje Francela.
-¿Sigue el fiscal ahí?
-Ya se va, no tardes.
La puerta de cristal se abre. Entro por la puerta y me dirijo a saludar a Asís.
-¿Apareció Francela?
-Dijo que vendría ahora. Ponte por ahí no se vaya asustar con la cámara y huya.
Me dirijo a la puerta de la Fiscalía. Hay poca señal de Telcel. Una adolescente flacucha de piel blanca con la cabeza cubierta con una sudadera café y otra sudadera amarrada a la cintura entra de prisa y se topa con Aracely quien la saluda, la toma del hombro y la lleva a la oficina del comandante Asís. En la Calle Okot, atrás de la fiscalía tenía su casa. Llegó en un taxi.
Asís escribe presuroso.
-¿Jefe? Cheque su WhatsApp. Llegó la niña. Ahí le mandé la foto de Francela. También lo tienen ya los comandantes Esteban Muñoz y Andrés Valencia.
-Bravoooo muchachos enseguida le notifico al señor gobernador Carlos Joaquín.
-Presidente Bukele. Me da gusto informarle que tengo buenas noticias. Apareció por su propio pie hace 7 minutos Francela sana y salva.
-Gobernador, me agrada escuchar esa noticia.
Francela se sentó y le pidió a Aracely una coca cola, medio litro de chocolate y un cóctel de camarón.
-No quiero que me regresen a El Salvador, es lo único que pido.
-De entrada ya gastamos unos 600 pesos, dijo Asís riendo.
(Cuando vi en la puerta de la Fiscalía a Francela dos sentimientos encontrados tuve. Uno, el del periodista que tenía la exclusiva del video y la foto y la entrevista. Estaba en el momento indicado. Otra, la del periodista que registrará con su pluma sin necesidad de exponer a una niña bajo la lente de la cámara. Bastante ha sufrido esta huérfana. Pero hasta ahora sigo arrepentido de no haberla entrevistado en ese breve cruce y de no haber tomado un video para que el mundo sepa que la pequeña hija de Victoria estaba sana y salva.
Estoy arrepentido de no haberle dicho: “nos comunicamos por imbox cuando nos escribiste en uno de nuestros portales Noticias Tulum y se agrió el vino”.
Ahora ya puedo beber una copa tranquilo a menos que no haya una trágica noticia que me levante de mi sillón negro, como siempre).
El avión de Aeroméxico aterrizó a las 21:05 minutos en el aeropuerto internacional de Cancún. Rosibel, quien enseñó a Victoria a hacer tamales en Sonsonate desciende con René. Óscar Montes de Oca y Víctor Mas los esperan en la escalinata en una Suburban blanca. Decenas de reporteros quedan vestidos y alborotados en la salida.
En el DIF de Playa del Carmen, Estephania ha vuelto a jugar a los piratas con Darwin, José, Beatriz y Martha. Ya está Francela con ellos, a quien le incomoda sus hermanastros.
En el DIF lloran Estephania y Francela abrazando a su abuelita.
-¿En qué trabajaba su mamá chamacas?
-Chicharrón, freía chicharrón que yo vendía con mis hermanastros.