San Francisco de Campeche, Campeche.- Especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) reubican cuatro monumentos prehispánicos en el estado de Campeche.

El antiguo conjunto palaciego fue hallado a 3.5 kilómetros de distancia y ahora es restituido en inmediaciones de la estación Calakmul del Tren Maya.

El INAH informó que esos vestigios aparecieron durante la prospección arqueológica que acompañó la construcción del Tramo 7 de la línea ferroviaria.

Se encuentran en el Frente 5, a la altura del kilómetro 95.500 de la carretera federal Escárcega-Chetumal, en el ejido Nuevo Conhuás, municipio de Calakmul.

El supervisor en ese punto, Juan Jesús Guadalupe García Ramírez, refirió que las estructuras tienen características de los estilos Río Bec y Chenes.

Su registro se realizó el 9 de noviembre de 2022, y su intervención dilató un mes, del 23 de febrero al 23 de marzo de 2023.

Según el arqueólogo esta reconstrucción significa “una segunda vida” para los monumentos en cuestión.

También consideró que los vestigios debieron formar parte de un sitio vinculado a la cercana Balamkú, ciudad de medianas dimensiones, del periodo Clásico Temprano (250-600 d.C.), la cual estuvo influida por Calakmul, del que lo separan aproximadamente 60 kilómetros, selva adentro.

“El espacio en el que ahora estará el milenario conjunto palaciego espera funcionar como un museo interactivo, donde se ponga en contexto el descubrimiento y se abunde en aspectos asociados al mismo, como el registro de una escultura de la divinidad maya Ah Puch (que en español se traduciría como “El apestoso”), deidad del último nivel del Xibalbá o inframundo, al que probablemente estuvo dedicado el templo”, citó el INAH.

CARACTERÍSTICAS
Con apoyo del ingeniero Israel Diéguez Jiménez, en el lugar destinado para reubicar las estructuras prehispánicas se construyó una plataforma de sascab, compactado al 98 por ciento de dureza (de 1 metro de altura en promedio, y 30 metros de ancho por 20 de largo), y se tendieron planchas de concreto, sobre las cuales se consolidarán de nueva cuenta los monumentos.

Previo a su desmantelamiento controlado, a partir de técnicas de fotogrametría aérea, los expertos en digitalización Sergio Armando Dueñas Rodríguez, Francisco Luna López y Kevin Antonio Samaniego Rivera hicieron el registro arqueológico tridimensional de los mismos. Ya en el proceso de deconstrucción, cada sillar fue marcado alfanuméricamente, para su referencia en planta durante la reconsolidación de las estructuras.

El arqueólogo García Ramírez, quien supervisa la obra junto con sus colegas Cristopher Jiménez Meza y José Manuel Vásquez Martínez, detalla que la plataforma original, sobre la que desplantaban los edificios, era rectangular y de esquinas redondeadas, con 58 metros en sentido norte-sur, 50 metros en el eje este-oeste, y 2 metros de altura.

Abunda que contaba con un arreglo de patio en la parte superior, formada por una explanada estucada y cinco estructuras al interior, elaboradas con sillares de piedra caliza, trabajados y burdos. Todos tenían pisos de estuco y, probablemente, tenían techos abovedados.

Cuatro de estos monumentos superiores serán restaurados. De ellos, sobresale un templo (Estructura T7 _ 28032), de 20 metros de largo por 10 de ancho y 2 metros de altura, que en la parte norte presenta una forma escalonada, y en la sur es de media luna con esquinas redondeadas.

OFRENDA
El coordinador de los trabajos comenta que en el centro del monumento se registró una estructura circular, de 4.40 metros de diámetro, construida con rocas de forma trapezoidal, cementadas con argamasa de cal, en cuyo interior había una ofrenda consagrada al edificio, compuesta por diversos restos humanos, como dientes y fragmentos de cráneo, un par de cajetes y la citada escultura sedente de Ah Puch, la cual mide 25 centímetros de alto por 12 de largo, y 8 centímetros de profundidad.

Ambos cajetes son policromos y tienen tres soportes mamiformes, como se les conoce, por su forma globular. En tanto, la figura de la deidad, tallada en roca caliza y que aún conserva restos de pigmento rojo, está representada con un gran falo y deformación craneana tabular erecta. Asimismo, porta antifaz de cráneo, nariguera y pectoral, atributos característicos de ese numen maya de la muerte.

(Con información de INAH)