Por Adela Mac Swiney González

Uclés, España.- Uclés, una población española de apenas poco más de 200 habitantes, rinde homenaje en estos días a la gran gesta de circunnavegación de Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano con un espectáculo musical y gastronómico único y pionero que intenta plasmar las sensaciones y vivencias en la mar.

En el Monasterio de Uclés, en Cuenca, Castilla la Mancha y centro del país, “Caballeros en la mar” es un espectáculo que pretende rendir un justo y merecido homenaje a los caballeros de la Orden de Santiago que surcaron los mares en misiones varias, entre ellas la gesta de Fernando de Magallanes, de la que se cumple el V Centenario.

Fernando de Magallanes fue comendador de la Orden de Santiago y el monasterio de Uclés, que forma parte de un gran conjunto de edificaciones construidas durante diferentes periodos históricos, iniciándose durante la dominación musulmana y que alcanzó su plenitud como fortaleza después, fue cabeza de dicha orden.

El espectáculo está basado en el relato “Relación del primer viaje en torno al globo” de Antonio de Pigafetta, el cronista incondicional de Magallanes, y en el libro “Magallanes. El hombre y su gesta”, de Stefan Zweig.

El espectáculo “Caballeros en la Mar, con la dirección artística de David Pérez, intenta plasmar las sensaciones y vivencias de un marinero anónimo que hubiera podido viajar en esta u otra expedición a través de las rutas que en el siglo XVI surcaban los mares desconocidos.

El musical se basa en las sensaciones y vivencias íntimas de un marinero anónimo embarcado rumbo a mares desconocidos.

La nostalgia, la gallardía y espíritu de aventura, la alegría y fiesta en tierras de acogida, la soledad, el miedo a lo desconocido, la muerte, la fascinación, la gesta, el cansancio y desfallecimiento, la ansiedad, las pasiones humanas en momentos extremos son, en definitiva, las que intentan transmitirse en este espectáculo narrativo-pictórico a través de la música renacentista, la imagen artística y la palabra.

Para este concierto único, la Sala Grande del monasterio se convierte en una nave, una especie de arca en la que navegan los artistas y el público, mientras que un gran cuadro con imágenes en movimiento divide el espacio escénico en dos.

Por un lado, un marinero anónimo, inconsciente de la presencia del público, habla en voz alta lo que va escribiendo en su diario. Se encuentra en la cubierta de la nave y el mar inunda el cuadro.

Al otro lado, se encuentran los músicos, colocados como si fueran en la bodega del barco y sus rostros aparecen y desaparecen tras los dibujos que van desarrollando una historia paralela, construida con imágenes de una ensoñación.

El programa, seleccionado y orquestado por Luis Carlos Ortiz, director musical, se basa en la música del renacimiento de la corte española del siglo XVI y la orquestación, hecha para un pequeño grupo de cámara, remite a temas que hubieran podido escucharse en un barco durante la travesía en alguno de los viajes, combinando momentos de gran intensidad rítmica con otros de gran espiritualidad.

Los dibujos de la ilustradora Ana Yedros crean un escenario indefinido y surrealista, casi como surgidos de la mente del marinero en momentos de ensoñación. La obra artística convive con los músicos creando un retablo en movimiento.

La cena temática se desarrolla en el Claustro Alto del monasterio. El espacio se inunda con reflejos del mar, y como si el en la cubierta de un barco, el público se sienta en mesas alargadas para compartir el menú con alimentos y especias que pudieron ir en los barcos en sus viajes alrededor del mundo.